Hace justo un año que en este mismo periódico di cuenta de los gravísimos delitos que cometieron Indalecio Prieto y Largo Caballero, a los que los socialistas actuales les han levantado unas estatuas en el paseo de la Castellana de Madrid, frente a los Nuevos Ministerios. No han podido elegir peor el sitio, porque ese fue uno de los lugares de los crímenes de Largo Caballero, al que los suyos apodaron El Lenin español.

Esta semana pasada el Ayuntamiento de Madrid ha aprobado quitar el nombre de las calles de Indalecio Prieto y de Largo Caballero, pero al no tener competencias sobre las estatuas de estos dos personajes, el Ayuntamiento de la capital de España ha instado al presidente de Gobierno para que las retire. Así es que hoy voy a dar algún dato más sobre los delitos de Largo Caballero, si es que los quiere tomar en consideración el presidente del Gobierno, y le pueden servir para tomar una decisión con conocimiento de causa.

El pamplonés Félix Huarte con un compañero de trabajo, Emilio Malumbres, constituyeron en 1927 la empresa de construcción “Huarte y Malumbres”, que más tarde pasó a llamarse “Huarte y Compañía S.L.”, bien entendido que Félix y Emilio fueron socios inseparables durante toda su vida; unidad que mantuvieron también sus respectivos hijos. Estos dos pamploneses pudieron iniciar su aventura empresarial gracias al apoyo económico de un fabricante de zapatos de Pamplona, llamado Toribio López. Pronto triunfaron en la capital navarra y en 1930 comenzaron a trabajar en Madrid, a donde en un primer momento marchó destacado Emilio Malumbres.

Daba así sus primeros pasos la que con el tiempo se iba a convertir en una de las empresas más importantes de España. Y desde Pamplona, Félix Huarte, con toda sencillez, le indicaba a su amigo en carta de 31 de mayo de 1930 cómo tenía que llevar las cuentas: “En el libro que se llama Caja, en el lado derecho donde dice Haber anotas todos los gastos, y en el otro Debe, todos los ingresos de dinero; al hacer el arqueo todos los días no tienes más que sumar todas las partidas del Haber por un lado, las del Debe por otro, y se restan estas sumas la una de la otra; la diferencia es el dinero que tiene que sobrar y si te falta es señal de que algo te has dejado de anotar”.

Una hija de Toribio López se casó con Mariano Ansó, un republicano que a partir del 14 de abril de 1931 hizo carrera política: fue el primer alcalde republicano de Pamplona, más tarde fue elegido diputado y nombrado ministro por Negrín en 1937. Las indicaciones de Mariano Ansó a su suegro, Toribio López, influyeron en Félix Huarte para que se decidiese a participar en los concursos de empresas convocados para la construcción de la Ciudad Universitaria de Madrid. El empresario navarro fracaso en un primer intento para construir el Hospital Clínico de la Ciudad Universitaria, pero poco después consiguió que le adjudicaran las obras de la Facultad de Filosofía y Letras, que las concluyó en el sorprendente plazo de cuatro meses y fue el primer edificio que se inauguró de la Ciudad Universitaria de Madrid. Esta gesta colocó a la constructora de Félix Huarte en la cabecera de las empresas de este ramo en España, posición que mantuvo ya durante toda su vida y le permitió crear un grupo de empresas, que tenía cuando falleció en 1971 unos quince mil empleados.

Indalecio Prieto y Largo Caballero, a los que los socialistas actuales les han levantado unas estatuas en los Nuevos Ministerios de Madrid. No han podido elegir peor el sitio 

Durante la Segunda República la empresa Huarte participó también en la construcción de los Nuevos Ministerios, justo donde los socialistas han colocado la estatua de la discordia de Largo Caballero.  Y es en este período cuando el dirigente socialista establece relaciones con la empresa de Huarte. Pero cedamos la palabra a los documentos de archivo, sin hacer comentarios por nuestra parte:

“Por una imposición que tuvimos de Mariano Ansó de tomar a nuestro servicio un hijo de Largo Caballero, que no lo podía sujetar su padre (palabras textuales) por ser un granuja y cuya imposición fue rechazada por nosotros varías veces y por espacio de unos tres meses, hubimos por fin de acceder a tal pretensión por haber pesado sobre Félix Huarte una amenaza de muerte, tomándolo a nuestro servicio en calidad de dibujante para la oficina, con 300 pesetas mensuales de sueldo en calidad —podemos apreciar así— de postergado pues jamás tuvo la consideración de nosotros ni del personal, siendo su trabajo nulo, pues no tenía competencia”.

El susodicho mentecato obedecía al hombre de Paquito Largo Calvo, hijo del segundo matrimonio de Francisco Largo Caballero. En efecto, de la primera mujer tuvo un hijo, del que el Lenin Español no quiso hacer referencia alguna durante el resto de su vida. Realmente pagar cualquier cantidad por pequeña que sea en una empresa por no trabajar es mucho, pero entregarle todos los meses al hijo de Largo Caballero 300 pesetas era muchísimo, además de ser un agravio comparativo con lo que cobraban el resto de los empleados de Félix Huarte.

Al principio, los ingenieros y los arquitectos no formaban parte de la plantilla, y se les contrataba por cada proyecto. Por eso, en la cúspide de la plantilla de la empresa Huarte se encontraban los “encargados de obra”, hombres míticos en la historia de la empresa y piezas clave de su triunfo. Cuando con el paso del tiempo la empresa adquirió un volumen considerable se encargó a una consultora norteamericana el estudio y la organización de su personal. Los consultores comenzaron por hacer una pregunta básica a cada empleado: “usted de quién recibe órdenes y a quien se las da”. Y para su sorpresa se encontraron con uno de los antiguos encargados de obra que manifestó que él daba órdenes a todo el mundo, incluidos los arquitectos, los ingenieros y el mismísimo consejero delegado, y solo recibía órdenes de Félix Huarte.

El 22 de septiembre de 1936 todos los hombres de confianza de Félix Huarte, hasta un total de 17 personas fueron detenidos y encerrados en la cheka de Bellas Artes. Toda la dirección de la empresa queda encarcelada

Entre todos estos encargados de obra de la empresa Huarte, había uno que destacaba de entre todos ellos y era, sin duda, el colaborador más estrecho de Félix Huarte; y por supuesto era el que tenía el salario más alto y con basta diferencia sobre los demás. Se llamaba Mario Arlegui y cobraba cada mes 500 pesetas. Sin duda, los “encargados de obra”, hombres históricos de Huarte eran la aristocracia salarial de la empresa

Las 300 pesetas mensuales que pagaban al hijo de Largo Caballero por tanto, no se pueden comparar con los sueldos anteriores. Los más apropiado de la comparación sería hacerlo con el sueldo de un delineante, que era una categoría superior a la de “dibujante”, que fue la que se le adjudicó al hijo del famoso socialista. Pues bien, un delineante de la empresa Huarte cobraba al mes menos de la mitad de las 300 pesetas de Largo Caballero, exactamente 116 pesetas mensuales. Y a buen seguro que ese sueldo estaría un poquito hinchado, porque el delineante que cobraba dicho sueldo se llamaba Pedro Huarte y era el hermanastro del dueño de la empresa.

Pero sigamos leyendo los documentos de archivo para conocer con mayor precisión el comportamiento de tan peculiar dibujante: “Este Caballero citado, y hará aproximadamente un año, en una conversación sostenida sobre cuestiones sociales con don Sofronio Borda, industrial carpintero de esta plaza, le manifestó que el día ya próximo de la revolución social había de cortar la cabeza de los primeros a Huarte por romántico, mucho más funesto para la causa de ellos que los patronos déspotas, y ante la sorpresa del Señor Borda de tal afirmación le preguntó qué harían con él (con Borda), contestándole:

—Y a usted también, por ser patrono, pues no ha de quedar ni uno, y en nuestro concepto es patrono todo aquel que tiene un solo hombre a su servicio.

Se preguntarán, ¿y cómo teniendo en casa un monstruo semejante no se le despedía? La contestación es sencilla; equivalía dada la forma en que se vivía, a la pérdida de la vida estérilmente por lo menos del socio Félix Huarte, quien hubiera sido asesinado por los pistoleros”.

Métodos socialistas: primero se detenía y/o asesinaba a los directivos.  Inmediatamente después, un Comité Rojo, compuesto de 21 personas se adueñaba de la empresa y la saqueaba. Así ocurrió en Construcciones Huarte

Y los hechos posteriores vinieron a demostrar que esto no era una forma exagerada de hablar. El 5 de agosto de 1936 a las siete y media de la mañana, salía de su casa el encargado Mario Arlegui para dirigirse a trabajar a las obras de los Nuevos Ministerios. Pero al llegar a Argüelles fue asaltado por tres obreros que trabajaban en la constructora Huarte, que resultaron ser tres pistoleros. Uno de ellos, al estallar la guerra se había convertido en un sicario de la checa del Ateneo Libertario Vallehermoso, instalada en el que había el convento de las Concepcionistas de Blasco de Garay, de cuya actividad ya di cuenta en otro artículo. Con el engaño de que le iban a llevar hasta las obras de Nuevos Ministerios, Mario Arlegui se subió al coche. Sin embargo, el vehículo se dirigió a la Ciudad Universitaria, donde le acribillaron a tiros y abandonaron su cadáver.

El 22 de septiembre de 1936 todos los hombres de confianza de Félix Huarte, hasta un total de 17 personas fueron detenidos y encerrados en la cheka de Bellas Artes, incluido el socio fundador Emilio Malumbres. Toda la dirección de la empresa queda encarcelada, a excepción de Félix Huarte, al que el estallido de la Guerra Civil le cogió en Pamplona. Inmediatamente después un Comité Rojo, compuesto de 21 personas se adueñó de la empresa y la saqueó. Había llegado la hora de la revolución social, que el hijo de Largo Caballero le había anunciado al bueno de Sofronio Borda.

Javier Paredes

Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá