Andrea se ha muerto. La práctica de la eutanasia ganó la partida
Han sido cuatro días de angustia en la habitación 102 del Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela. Los padres de Andrea, la niña de 12 años, pidieron a sus pediatras que le retiraran la sonda que alimentaba artificialmente a su hija. Andrea murió, tras cuatro días por deshidratación, una muerte cruel. Los cuidados paliativos no se tuvieron en cuenta.
El 22 de junio el Parlamento Gallego aprobó una ley de «muerte digna» que, aunque no contempla la eutanasia, está destinada a regular la libertad en el proceso de la muerte. El Comité de ética asistencial, adscrito a la gerencia del área sanitaria de Santiago, emitió un informe favorable a la retirada de la alimentación por sonda. La Asociación Española de Abogados Cristianos denunciará al centro por aplicar la eutanasia a la pequeña Andrea.
"Es moralmente indeseable y éticamente perverso intentar legislar sobre la supresión de las vidas humanas, inocentes. Toda ley que autorice la eutanasia estará sujeta a abusos impredecibles. Es socialmente deplorable tratar de promulgar leyes que aprueben la eutanasia", asevera el doctor Brian Pollard.
Alemania facilitó el atajo a la ley que aprobaba la eutanasia en la década de los años veinte.
No es lícito matar a un ser humano para no verle sufrir. Nadie puede asesinar a un ser trascendental, aunque sea un enfermo incurable, agonizante o en estado de coma profundo. Los cuidados paliativos son el remedio para estas situaciones.
Por otra parte, la medicina ha hecho tales avances que las enfermedades son controlables en todo el período de la misma, no llegando al umbral de lo insufrible. Asimismo, los hospitales están integrando las Unidades de Dolor cuya intención fundamental es disminuir la inclemencia del sufrimiento para superar la calidad de vida del enfermo.
Asimismo, las atenciones paliativas no radican en impedir que el enfermo agonice, sino en intentar que la muerte, se desencadene sin congoja y con el menor dolor posible, evadiendo que sea una defunción traumática para el aquejado y su parentela.
Por último, puedo afirmar que la eutanasia es una derrota personal de quien la teoriza, la decide y la practica.