Los nacionalistas catalanes saben perfectamente que su Estatuto es inconstitucional, como también saben que si no lo acepta el Tribunal Constitucional, todos sus sueños de independencia se esfumarán.
Por ello ese victimismo y ese afán de matonismo que les caracteriza puesto en marcha desde que el texto fue enviado para ser revisado.
Este problema nos lo hubiésemos ahorrado si no hubiéramos tenido un -en ese momento- candidato a presidente del Gobierno que con la mala cabeza que le caracteriza, les hubiese prometido darles el Estatuto tal y como lo redactasen. Pero también creo que deberían saber que, mientras el Tribunal no hubiese dictaminado, no debían haberles dejado desarrollar ningún artículo, pues cualquiera que tenga unos mínimos conocimientos de Derecho sabe que la puesta en marcha de cualquier norma sienta jurisprudencia, ya que es imposible dar marcha atrás para anularla, de ahí también las prisas de Carod y compañía para desarrollar rápidamente en lo que queda de mes y antes de que se haga pública la sentencia, el mayor número de artículos.
Y saben perfectamente que son inconstitucionales, precisamente los dos que les daría el paso a la independencia: "Cataluña es una nación" -que todos sabemos que es una falacia- y "que la única lengua oficial es el catalán", cosa que a los castellanohablantes nos llevaría a tener que estar pagando multas constantes en los negocios, por no tener rotulado en catalán, que en nuestros trabajos tendríamos prohibido expresarnos en catalán, como ya ocurre en la enseñanza, y que ahora sí que sería totalmente imposible exigir que los impresos de la administración pública estuviesen también en español.
Ángeles Calderón Goñi
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