Tal vez ni si quiera tenga que presentarse al examen final, afirma Íñigo Méndez de Vigo

 

El Foro de la Nueva Economía organizó en la mañana de este lunes, en un céntrico hotel de la capital, un desayuno de trabajo al que estuvo invitado el eurodiputado del PP y presidente del Consejo de Administración del Colegio de Europa, Íñigo Méndez de Vigo.

El acto resultó demasiado descafeinado. Muchas ausencias. Entre las presencias, algunas autoridades: el ex ministro Robles Piquer, el ex alcalde de Madrid, Álvarez del Manzano, la ex ministra del PP, Ana Pastor e incluso Alberto Ruiz-Gallardón, que fue el encargado de presentar al ponente. Sin chicha.

Méndez de Vigo arremetió en su demagógico y maniqueo discurso contra Zapatero y su pésima gestión en la Presidencia de la UE. No faltó el recordatorio a las palabras de  De la Vega en torno al asunto: la presidencia ha sido histórica, como tampoco faltaron las alusiones propias cuando el eurodiputado popular ya anunció en 1998 que hay que tener los botes de salvavidas preparados, en clara referencia a las fallidas previsiones económicas de Zapatero, quien obligado por el ECOFIN, no tuvo más remedio que revisar toda su política en la materia: los experimentos se hacen con gaseosa, no con champán, subrayó.

Tal fue el embiste contra Zapatero que subrepticiamente señaló que tal vez ni si quiera tenga que presentarse al examen final. ¿Una manera velada de sugerir que abandonará Moncloa antes de 2012?

A preguntas de los periodistas sobre aspectos concretos de la Presidencia, el eurodiputado popular dijo no recordar un enfrentamiento tan brutal como el que ha habido entre el Gobierno y la comisaria de Justicia, Viviane Reding, a cuenta de la euroorden de protección a las víctimas de violencia de género.

Culpó de esta polémica a la Presidencia española, por presionar de una forma brutal para sacar adelante la euroorden cuando había problemas legales que había que resolver, motivados por el hecho de que en algunos países implica repercusiones penales y otras civiles.

Finalmente, restó importancia a las cumbres celebradas durante la Presidencia española, por considerar que, bajo el Tratado de Lisboa, hay que eliminar tantas reuniones que se saldan con resultados bastante parcos y, las que se celebren, deben hacerlo en Bruselas.

Flojo, muy flojo.

José Luis Panero

joseluis@hispanidad.com