Gregorio Peces Barba, ex presidente del Congreso de los Diputados con el Felipismo, se ufana de haber puesto a disposición del PSOE, su partido, a todos los rectores de las universidades públicas madrileñas. Y es cierto. Y, como premio a sus desvelos por el partido, se le ha permitido colocar a María Jesús Sansegundo como ministra de Educación. Durante 13 años de Felipismo, los socialistas coparon la universidad española, mediante la entrada, por la puerta de atrás, de una legión de acólitos. Hoy, esa clase de tropa ha alcanzado los rectorados… y se muestran dispuestos a detentarlos por mucho tiempo.

La técnica seguida por los felipistas para copar el mundo universitario, que tan hostil le ha sido al Partido Popular, fue bien sencilla. Cuando Felipe González llega al poder (1982), a los entonces llamados PNN (profesores no numerarios) se les sometió a una prueba de idoneidad (las famosas idoneidades) y miren por donde, todos entraron en tromba, con sueldo para toda la vida y profunda gratitud al Régimen que les situó en la vida. Es mas, a medida que la nómina se esparramaba en su cuenta corriente, con exquisita puntualidad, muchos de los agraciados, enchufados pero no ingratos, comenzaron a sentir una profunda afinidad ideológica con el Felipismo.

Además, el truco de las idoneidades para acceder al cargo de profesor titular (surgieron profesores titulares, es decir, para toda la vida, a manta) se completaba (Ley de Reforma Universitaria) con el sistema de nombramiento de los componentes de los tribunales que debían juzgar a los nuevos aspirantes a profesores titulares. Es decir, con un remedo de oposición se habían convertido en profesores titulares y jueces de oposición. Además, los socialistas inventaron un segundo truco: oposiciones con un tribunal compuesto por cinco personas, en las que dos de ellas eran nombradas por el candidato local. Porque, esa es otra: con la llegada de los socialistas, las oposiciones ya no se celebraban en Madrid, sino en la propia universidad que convoca la plaza. Eso suena muy descentralizar pero lo cierto es que así surgió la característica más detestable de la enseñanza superior española en el momento presente: de 10 veces que se convoca una plaza, qué casualidad, 9 las consigue el candidato local.

En cualquier caso, mal debía darse el asunto para que los otros tres miembros del Jurado hicieran piña contra el candidato previamente aceptado por el centro. Sea como fuere, desde el Felipismo acá, todos los tribunales para la obtención de cargos académicos (de grados, no de cargos, que es lo importante) están manipulados, todo el mundo sabe que están manipulados y todo el mundo se conforma con tal manipulación. Se trata de un sistema de cooptación y pelotilleo (tu ascenso depende de lo bien que sirvas al jefe), que no se admitiría ni en la empresa privada, ni en la función pública, ni en el terreno deportivo. La cumbre de la sabiduría, es decir, la Universidad, representa en España el sistema más corrupto de todos. Ojo, los corruptos, en este caso, no son las personas, sino el propio sistema.

Lo de Gregorio Peces Barba no ha sido una cita casual. Salido de la actividad política, al insigne socialista le hicieron una universidad pública (Carlos III) para él solito. Fue su fundador y primer rector sin elección alguna. De esta forma, fichó a quien le vino en gana y, cuando tenía el quórum a su disposición, decidió convocar las elecciones y las ganó con mayoría búlgara. Todo muy sorprendente, aunque poco asombroso.

Mientras tanto, eso sí, fiel a sus más nobles ideales, Peces Barba predicaba el laicismo y se negaba, a pesar de las peticiones de muchos estudiantes (los profesores no se hubiesen atrevido a pedir nada ni aunque lo hubiesen querido), a la construcción un pequeño oratorio. ¡No!, bramaba Peces Barba, que el Estado es aconfesional… sin reparar en que la Universidad es un invento de la Iglesia.

Pero sigamos. Entre los fichajes de don Gregorio, es decir, entre los que le deben el cargo, figuraba una economista de Valladolid, que acabaría como vicerrectora del Alumnado, de nombre María Jesús San Segundo. Pues bien, con permiso de don Gregorio, Rodríguez Zapatero nombrará a Sansegundo ministra de Ecuación en el próximo Gabinete. No cabe duda de que el PSOE vuelve a controlar la Universidad: ¿dejó de hacerlo alguna vez?

Y a todo esto, ¿qué ha hecho el Partido Popular en ocho años de Gobierno para modificar este pitorreo? Absolutamente, nada. La verdad es que lo tenía difícil, porque los socialistas habían copado la universidad, y la caída demográfica hace que, por decirlo pronto, en los claustros no cabe ni uno más. Los populares tuvieron que empezar de cero, desde la escuela elemental, y con todos los complejos ideológicos propios del Aznarismo. Así que los socialistas siguieron controlando el cotarro. Además, aquí hay que distinguir. Sólo una ex rojísima, como la popular Pilar del Castillo, vieja militante de la Joven Guardia Roja, podía metamorfosearse en una neoliberal ultracapitalista y una pizca calvinista, convencida de que si la gente es pobre e incapaz, por algo será. Pilar del Castillo hizo la Ley de Calidad, no la que ella quería, sino una norma que trataba de elevar el nivel educativo de los discentes españoles, pero en clave centro reformista, es decir, intentando contentar a todos para acabar por no contentar a ninguno y cabrear a la mayoría.

Por cierto, doña Pilar del Castillo obtuvo su cátedra gracias al perverso sistema socialista de endogamia y cooptación. Es más, en alguna de sus biografías no figura la fecha en la que accedió a la cátedra. Porque la comunidad universitaria sí sabe quién opositó "en serio", y quién lo hizo una vez implantada la corrupción felipista de la Universidad.

Sin embargo, los progres como María Jesús Sansegundo o Peces Barba son gramcianos. Saben perfectamente qué es lo que pueden pactar (por ejemplo, un progre pata negra no sólo no tendrá ningún problema en aceptar los planteamientos capitalistas, sino que abrazará con gozo la especulación financiera más grosera) y dónde no pueden ceder. Saben que no pueden ceder a la hora de ofrecer una habitación como capilla en una universidad o que deben mostrarse intolerantes (acusando a los demás de serlo, naturalmente) si se trata de la asignatura de religión. Saben de sobra que, dado cómo se está impartiendo la religión en la inmensa mayoría de los colegios, no existe el menor riesgo de que los alumnos adquieren una formación cristiana, pero es igual: al enemigo ni agua.

Como diría Guareschi: "Uno sabe lo que son los cristianos, unos sabe lo que son los católicos, pero los progresistas… bueno, si el Padre Eterno los permite será porque tienen alguna utilidad". Lo cual es falso, querido Gaureschi, porque sí tienen alguna utilidad, incluso mucha utilidad… sólo que no para los demás, sino para ellos mismos.