Buena decisión, coherente con su idea de que la prensa es un producto del siglo XX.
Eso sí, da la impresión de que, como a la fuerza ahorcan, el grupo Polanco cae en la tentación de tantos otros: hagamos un multimedia con lo que abaratar costees por la modernísima vía de que el corresponsal del diario en Bruselas haga una crónica radiofónica para la SER a mediodía y un reportaje para Cuatro en el telediario de Gabilondo, y de un análisis para www.elpais.es. Una construcción teórica, si lo pretenden, pero me temo que va por ahí.
Además, fusionando las redacciones no se arregla el problema de gestión eterno, el mismo que ha hecho fracasar las divisiones digitales de los grandes multimedia: sus elevados costes. Los punto.es, como se les conoce en la jerga, no pueden competir con las estructuras ligeras de de los confidenciales o prensa independiente de la Red. De ahí los insultos que periódicamente nos dedican Janli Cebrián y Pedro José Ramírez.
Ahora bien, la fusión de las redacciones -insisto, no es mala idea- no es suficiente. La clave está en el lenguaje. Lo que ha fracasado, lo que el lector ya no soporta más, lo que las nuevas generaciones rechazan es la objetividad. Es decir, el lenguaje objetivista, formalista, burocrático, que lleva medio siglo de vigencia y que ha degenerado en una hipocresía permanente, donde las bofetadas se dan mirando hacia otro lado y que sigue la famosa regla del muy ilustre modelo El País o El Mundo, o periodismo objetivo y riguroso y que podríamos resumir así: si quiere insultar a Pepe, debes llamar a quien más le odia, a Juan, y preguntarle por Pepe. Luego, escribirá en la plantilla: Juan ha dicho: Pepe es un idiota.
No, el periodismo es comunicación y la comunicación es lenguaje. Por tanto, lo que se precisa es un lenguaje explicativo, por muy subjetivo que resulte. Porque lo que importa no es la objetividad del lenguaje sino que el lector se entere de lo que pasa. Y al lector no le preocupa la objetividad del periodista, sino su honradez. Y resulta, qué cosas, que el lenguaje explicativo, mucho más coloquial, es el que utilizan los denostados confidenciales. El lenguaje de los confidenciales es el futuro, quizás porque la Providencia tiene buen humor.
Es una nueva era periodística, en la que la objetividad muere y es sustituida por un lenguaje explicativo, analítico, donde el autor vuelva su propia visión, es decir, un lenguaje subjetivo.
Fíjense si la objetividad periodística estará muerta que ya sólo se defiende en las Facultades de Ciencias de la Información.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com