Película extraña donde las haya, su título original  This Must be the place lo toma de una canción del grupo Talking Heads.

Una antigua estrella del rock que no ha superado su pasado, a pesar de vivir de forma acomodada junto con su esposa, se siente obligado, a la muerte de su padre (con el que no mantenía relación desde hace décadas), a buscar al hombre que se convirtió en su obsesión: su torturador en Auschwitz. Esto le conducirá a viajar desde Irlanda a Estados Unidos y emprender un singular camino tras los pasos de ese nazi…

Este argumento sencillo se complica en la pantalla debido a la apariencia grotesca del protagonista y a su comportamiento singular. Porque este relato con un personaje tan extravagante como el interpretado por Sean Penn puede producir en el público dos reacciones antagónicas: o irritar y desconectar de la historia en unos minutos o encandilar (en el caso de aquellos que confundan estrafalario con original). En todo caso todos repararán que el director italiano Paolo Sorrentino lo que ha querido contar en Un lugar donde quedarse es el camino de su personaje para encontrarse a sí mismo…

Frances McDormand, interpretando a la esposa paciente y cariñosa, es lo mejor de la película.

Para: Los que aguanten a Sean Penn en cualquier papel…