La nota de color la ofrece las pérdidas reclamadas por un contrato de venta de aviones que ni se había iniciado.
Para entendernos: Marsans, es decir, Gonzalo Pascual y Gerardo Díaz Ferrán, recibieron en 2001 un regalo del Gobierno Aznar: la compañía aérea de bandera argentina más cerca de 800 millones de dólares para pagar deudas y renovar la flota.
Seis años después, la Compañía estaba en quiebra y el Gobierno de Cristina Fernández decide expropiarle, cansado de pagar ayudas estatales a un servicio público que no funcionaba. Como decían en Buenos Aires, para una vez que los argentinos tenemos razón.
Pero es que hay más: en un juzgado madrileño se cierra el cerco sobre los ex propietarios de Marsans, Díaz Ferrán y Gonzalo Pascual, por su gestión en ARSA. Están imputados por desvío de fondos públicos, delito fiscal y estafa procesal y la instrucción no se cierra porque el fiscal, y así lo ha tramitado ante el juez, cree que pueden estar implicados altos cargos de la SEPI, entonces dirigida por el Gobierno Aznar.
Por tanto, que los chicos de Posibilitum, que han comprado Marsans para cerrarla -1.400 trabajadores a la calle, se permitan ahora demandar al Gobierno argentino por la expropiación de Aerolíneas- sólo habla de lo insaciables que pueden resultar determinados hombres de negocios, que no empresarios.
Esta es la cuestión, que en España contamos con muchos negociantes y pocos empresarios.
Eulogio López
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