En definitiva, quienes en la mañana del lunes trataban de bloquear los accesos a Madrid son los camioneros autónomos, los más productivos, los que creen en el inalienable y trascendental derecho a la propiedad privada, en el riesgo y en el esfuerzo: la clase media, aquella que Chesterton describía como los propietarios de 3 acres y una vaca.
ZP, como buen capitalista, lo que ha hecho es firmar un acuerdo con los grandes empresarios y condenar a los pequeños propietarios, a los autónomos, a ser absorbidos por las grandes flotas. Los grandes tienen capacidad de negociación con las petroleras, los pequeños no. A los grandes sí les interesan las bonificaciones en las cuotas sociales, a los pequeños no, porque bastante tienen con llegar a fin de mes como para preocuparse por la pensión. A los grandes no les interesan las tarifas mínimas, porque sus tarifas de ‘dumping' son las que expulsan del mercado a los pequeños. Por eso braman contra las tarifas mínimas, con la misma intensidad que el ministro Sebastián (lamentable, su actitud en este punto, señor ministro, esperaba mucho más de usted) que las tarifas mínimas no caben en un sistema de libre-mercado. Al parecer sí cabe en tan orondo sistema la tarifa eléctrica, o la del gas, o la del butano, o las del agua, o la del transporte urbano, que fija el Estado, pero no vale establecer tarifas mínimas para garantizar la igualdad competitiva de los pequeños transportistas frente a los grandes: ¿Cómo va a competir en igualdad de condiciones el autónomo frente a la flota?
Y qué me dicen de los impuestos sobre los carburantes. Ahora resulta que lo liberal y lo progresista, es pagarle al Estado uno de cada dos euros que nos gastamos en combustible. Así, cuanto más suben los precios del crudo más se embolsa el Estado, más feliz está Pedro Solbes, y más se asfixia al pequeño propietario.
Para entendernos: cuando un autónomo deja de trabajar es porque lo mismo le da trabajar que parar: con ambas actitudes pierde dinero. Es lo mismo que ocurre con la mora hipotecaria: cuando alguien deja de pagar el apartamento en la playa no hay que preocuparse: cuando hay que preocuparse es cuando deja de pagar su vivienda habitual.
En definitiva, lo que estamos viviendo es la eterna lucha, no entra la izquierda y la derecha, sino entre los grandes y los pequeños. Pequeños son los autónomos y las micropymes; grandes son el Gobierno y las megacompañías. Zapatero busca el oligopolio capitalista, busca que los autónomos sean absorbidos por las grandes empresas del transporte. Y es que para un Gobierno es más fácil negociar con unos pocos grandes que con muchos pequeños, para un Gobierno, es mucho más cómodo el oligopolio que la democracia. Y no olvidemos que el oligopolio es más útil que el monopolio, porque aquel provoca una impresión de pluralismo que éste no posee.
Resulta deprimente escuchar a la caradura de la ministra de Fomento, Magdalana Álvarez, aferrándose al "82%" que ha firmado con el Gobierno frente al despreciable 18% que se opone y crea problemas de orden público. Desgraciadamente, esa gran periodista que es Charo Zarzalejos no ha sabido recontra-preguntar como debía: lo que importa es cuántos de ese 82% son trabajadores por cuenta ajena, obligados a cumplir los deseos de sus jefes so riesgo de despido y cuántos del 18% -todos- son pequeños propietarios o pequeñas empresas.
El socialista Zapatero se está comportando como repugnante capitalista, ahogando a la clase media, esa clase social que levanta los países. Los grandes empresarios están felices con ZP. A ambos les encanta trabajar con el dinero de los demás, llámense accionistas y trabajadores o contribuyentes. Por contra, los huelguistas son los liberales, los amantes de la propiedad privada y el trabajo duro... que les quitan los ventajistas del ‘dumping' y la Hacienda pública que permite a ZP blasonar de su gran política económica.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com