En los últimos veo por Girona banderas catalanas esteladas (independentistas) colgadas de manera permanente en los balcones, hace unos años se colgaban banderas catalanas en fiestas y momentos concretos.
Pienso que desgraciadamente algo está pasando que nos esta llevando a la desunión sin medir las consecuencias. Tal vez sea una más de las nefastas consecuencias de una crisis profunda.
Me parece que será bueno recordar y actuar, como ya ocurrió tras el desastre que vivió la generación del 98, que los españoles debemos reflexionar sobre nuestra identidad común y hacer frente al desafío del pesimismo ante la amenaza de una disgregación suicida.
Las ideas avanzadas se centran, de momento, en la lengua y la historia comunes, la monarquía, el orgullo que suscitan los triunfos deportivos, la música, la solidaridad con los necesitados y hasta la tradición gastronómica.
Pero el factor más profundo de unión lo aporta una cultura humanista de raíces cristianas que nos ha dotado de una base ética y espiritual ampliamente compartida. Ha sido dramático que por motivos ideológicos y partidistas, el Gobierno de Zapatero intentara desmantelar los cimientos del consenso construidos durante la transición democrática, negociara con la banda terrorista ETA y estimulara un estatuto catalán que burlaba la Constitución.
Reflexionar sobre lo que nos une es una urgencia nacional, pero sin olvidar un diagnóstico certero sobre el fondo de las pugnas ideológicas que nos desunen, incluso en plena tormenta económica.
Jesús D Mez Madrid