Herman Tersch apuntaba en Onda cero que es lógica la alegría de toda la gente ante la muerte del Pinochet. Era un  personaje especialmente odiado, también porque después del golpe, la crueldad de la represión fue especialmente gratuita y repugnante. Un personaje que se levantó en guerra y que después se ha visto que era un asesino y un ladrón consumado. Lo cual le aisló de gran parte de su propia gente. Y ha sido ejemplar el papel jugado por la presidenta Bachelet.

 

Añadía Tersch que Bachelet ha dicho que le preocupa la división y que espera que la sociedad lo supere y no ha ahondado en la división, como algunos personajes en España.  Blanco es un personaje muy siniestro en el panorama español de la generación esta de los nietos aguerridos, pero las cotas de rufianismo retórico que está desplegando Blanco son terroríficas.