En pocas palabras, al parecer los susodichos participaban, colaboraban o, en cualquier caso, eran beneficiados por empresa de energía solar. Como las empresas de energía verde no sobrevivirían, especialmente las solares, si no fuera por las subvenciones públicas, pues resulta que los susodichos, presuntamente, oiga usted, se otorgaban subvenciones a sí mismos.
En la geografía española se repiten escándalos de este tenor. El plan de concesiones de parques eólicos en Galicia le costó las elecciones al Bipartito y, como decía el presidente de E.ON, Gulf Bernotat, hay que instalar aerogeneradores donde sopla el viento, no donde soplan las subvenciones. Aún más grave que la carestía de las energías verdes es que su necesidad de fondos públicos para subsistir emponzoñan la vida pública. A fin de cuentas, todo el mundo sabe que la subvención lleva a la corrupción, como siempre ocurre cuando se juega con el dinero de los demás, con dinero público que es de todos y no es de nadie.
Eulogio López
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