No se cree los presupuestos ni el mismo vicepresidente. No se conoce las cuentas y reconoce que quizás algunas previsiones se hayan quedado cortas. ¿Puede ser inferior? Es posible. Increíble. Solbes interrumpe abruptamente la rueda de prensa de presentación de las cuentas del Estado para evitar más preguntas incómodas. ¡Toma transparencia!
El vicepresidente Solbes se encuentra gestionando la peor crisis de sus 66 años. Y el traje le queda grande. Para empezar, prepara unos presupuestos que nadie se los cree. Por una parte, no descarta que el escenario sea peor del pintado. Y si existe desviación, palo y tentetieso a los Ministerios de gasto. Ellos creen que no existe margen, pero siempre existe margen. A Solbes le acusan directamente de falta de credibilidad. Hay quien piensa que el cuadro macro es optimista; ¿puede ser inferior? Es posible. Así de claro se manifiesta el vice.
Por otra parte, ha llamado la atención lo incómodo que se encontraba el vicepresidente con las cuentas del Estado. Si el viernes no supo contestar por qué los otros impuestos se incrementaban un 11%, este martes no ha sabido explicar por qué se recorta la partida de políticas de fomento del empleo. Se trata de un ajuste en la reconsideración de las políticas de empleo en marcha centrada en políticas concretas. O sea, nada. Y claro, Ocaña se ha dado cuenta de que el vice estaba haciendo el ridículo y ha salido al rescate: las bonificaciones de las contrataciones serán más bajas y tras bonificaciones terminan este año. Eso es una explicación. Lo otro sonaba a excusa. ¿Cómo es posible que el vicepresidente se presente ante los periodistas sin estudiarse la lección? Es posible.
Quizás porque se sienta más fuera que dentro. El run-run de la City insiste en una crisis de Gobierno cercana. Cristina Garmendia se haría con la vicepresidencia. Algo que no acepta Solbes, pero tampoco su interlocutor en la política, Miguel Sebastián. En los presupuestos se puede observar quien gana o pierde peso. Sebastián incrementa la partida del carbón. Algo que le motiva lo mismo que acudir al dentista. En cambio Garmendia, que hace sólo un mesa calculaba que su departamento quedaría prácticamente plano ha sido uno de los ministerios agraciados. Es la preferida del jefe. Cuenta con el favor de Zapatero.
Curiosamente Rajoy no ha querido hacer sangre sobre una eventual crisis de Gobierno. Preguntado sobre una posible moción de censura o elecciones anticipadas ha señalado que las elecciones han sido hace apenas 4 meses y que lo que toca -en su caso- es hacer oposición.
Y el nerviosismo vicepresidencial se evidencia cuando corta la rueda de prensa antes de que termine. Varios periodistas tenían sus manos levantadas para conocer más detalles sobre las cuentas del Estado. Incluso uno que ya tenía el micrófono ha intervenido pidiendo permiso para formular su pregunta. He dicho que la anterior era la última; tendremos tiempo para hablar de estos temas. Un arranque de transparencia y de malas formas desconocidas en Solbes. Pero es que las siempre incómodas preguntas de los periodistas estaban dejando al Gobierno con sus vergüenzas al aire: ¿Cómo se puede calificar un presupuesto que recorta partidas en Sanidad y Educación?, ¿por qué caen las inversiones reales y el Gobierno presume de incrementar las inversiones en infraestructuras? ¿Por qué los empleados públicos no se suman a la austeridad que predica el Gobierno para el resto de los trabajadores?, ¿por qué no se ha ido más allá en el margen de la deuda del que dispone el Gobierno? Muy incómodo. Mejor cerrar el turno de preguntas. Estoy un poco grogui, dice Solbes. Y nosotros. Porque el vicepresidente no tranquiliza a los mercados, los duerme. Por otra parte ¿grogui a las 11,30 del mediodía? No entender.
De haber continuado la rueda de prensa le habrían preguntado porque las tasas y precios públicos suben más que el IPC, si no deflactar la tarifa no es incompatible con el compromiso de Zapatero, si la cifra de 2.000 millones de euros en desempleo no resulta utópica. En fin, preguntas incómodas. Así que mucho mejor cortar por lo sano. Al fin y al cabo, quizás en la próxima rueda de prensa no está él. Quien esté detrás que arree.