Con motivo de una entrevista para las Presidenciales norteamericanas de 2000, el entonces candidato George Bush afirmó que él bajaría los impuestos independientemente de que incurriera en déficit. Así lo ha hecho, y lo malo es que a los norteamericanos no les ha ido mal: el paro por los suelos (a pesar de los últimos repuntes, el paro norteamericano sigue siendo casi paro técnico), crecimientos que duplican el europeo y, eso sí, un déficit fiscal peligroso. Respecto al déficit comercial y a un dólar que lo sufre, la verdad es que a Bush parece importarle bien poco. Y aunque no es una situación sostenible de forma indefinida, no parece que a los ciudadanos USA les haya salido mal la jugada.

Es decir, que la política de Bush se parece más a la del PSOE que a la del PP, obsesionado siempre por el déficit público.

Sin embargo, en algo coinciden los republicanos y demócratas norteamericanos, y los socialistas y populares españoles: en su odio a la empresa pública. Algo por ejemplo, que no les ocurre ni a franceses ni a alemanes.

Por eso, cuando la nueva SEPI de Rodríguez Zapatero se ha enfrentado a unos astilleros IZAR en crisis, con una plantilla de 10.800 trabajadores, en ningún caso se les ha ocurrido aumentar los ingresos. Han ido a lo fácil, a reducir los gastos con cargo a la Seguridad Social: prejubilaciones y pedidos para el Estado (militares). Un francés no hubiera hecho eso. Un francés habría forzado la doble solución gala: decirle a Bruselas que necesita salvar esa empresa, so riesgo de que la tierra deje de girar alrededor del sol, y que le importa un bledo lo que diga el comisario de Libre Competencia. Un poner, IZAR puede irse a la quiebra, en cualquier caso hacia el desastre, por unas subvenciones impugnadas que, en el peor de los casos, apenas superarán los 1.000 millones de euros. Y se ve abocado a la quiebra por unas pérdidas que, desde el año 2000, han alcanzado los 600 millones de euros. Pues bien, France Telecom se salvó de la quiebra gracias a que el Estado francés aportó 9.000 millones de euros. Otros planes de salvamento del Gobierno francés han afectado a EDF, Bull, Thomson, Alstom, etc. En todos los casos, primero se ha salvado la empresa y luego se ha discutido con Bruselas. Por el contrario, el Gobierno español ha aceptado sin rechistar  el durísimo castigo de los burócratas bruselinos, luego les han echado la culpa a otros españoles, al Partido Popular (que, en efecto, en parte la tiene), y se disponen a echar gente a la calle. Menos mal que con Zapatero sí estamos a buenas con Francia o Alemania, que si no.

Alemania no es muy distinta. Por ejemplo, Alemania incumple el Plan de Estabilidad por la sencilla de razón de que tiene que alimentar un Estado del Bienestar que hace que la pensión media alemana más que duplique a la española. Al mismo tiempo, los lander, o regiones alemanes, participan en las grandes empresas germanas y el Gobierno de Berlín se preocupa de que obtengan en el extranjero las correspondientes subvenciones de los países donde se instalan, así como que los trabajadores germanos de la compañía cobren el doble que los españoles o tres veces lo que cobra un sueco. Y si no se cumple por todo ello el Plan de Estabilidad, pues se exige que se modifique el Plan y el comisario de Economía, Joaquín Almunia, obedece con diligencia.

En segundo lugar, si IZAR fuera francés, el Gobierno Chirac, tan preocupado por el hambre en el mundo, no permitiría que se aplicara la ley del mercado, como no permite, por ejemplo, que se aplique con sus centrales nucleares, razón por la que la liberalización del sector eléctrico europeo continúa paralizada.

En definitiva, en Francia se preocupan muy mucho de que el Estado ayude a sus empresas públicas como cliente, y que otras empresas públicas también echen una mano para que los barcos, aviones, energía o bienes de equipo que tengan que adquirir se los compren a empresas francesas.

Como aquí.

Eulogio López