Carmen Calvo, nuestra romántica ex ministra de Cultura y actual mandamás de la Comisión Parlamentaria encargada de ampliar el aborto en España, ha decidido que los trabajos de tan imparcial y científica organismo sean a puerta cerrada. Sin permitir la entrada a periodistas y sin trasmitirla por el canal parlamentario.
La historia de los mercaderes de la muerte es siempre la misma: mentira y silencio. Los socialistas aprobaron el aborto en España con una mentira por bandera: 300.000 abortos ilegales por año. Era mentira, claro, como se ha podido ver después, donde, en un país con un aborto libre de hecho, y tras 22 años de desmadre, y tras haber convertido a España en el paraíso europeo del infanticidio hemos alcanzado los 100.000. Pero ¿qué más da? ¿Acaso el fin no justifica los medios?
No sólo eso, mientras estuvieron en el Gobierno (y lo mismo hizo el PP) los socialistas se negaron a emitir El Grito Silencioso y las otras grabaciones de abortos, mucho más perfeccionadas- que fueron surgiendo con posterioridad. Todo con tal de que no se vea el crimen, porque los mercaderes de la muerte saben que si se vieran los abortos la gente renunciara a él, si no fuera por problemas de conciencia, al menos por revoltura de estómago.
Mentiras y silencio. Las estadísticas sobre abortos llegan con un año de retraso, y no se facilitan el número de embriones sobrantes de la fecundación in vitro, dedicados a investigación, es decir, a ser sacrificados para deleite de prestigiosos científicos (PC) cuyos trabajos no sirven para nada.
Cuando el PP sí, fue Aznar- permitió la comercialización de la píldora abortiva y de la píldora postcoital lo hizo en el más administrativo de los silencios y el miserable alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, se ha convertido en el campeón del reparto de de esas píldoras, claramente abortivas, entre niñas a partir de 13 años, a espaldas de sus padres.
Siempre lo mismo: u opacidad o locuacidad mentirosa. Porque si el aborto se viera, no habría aborto. Por eso, la miserable de Carmen Calvo quiere tejer el campo de exterminio en silencio.
Eulogio López
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