Sr. Director
Si conseguimos que cada familia sólo tenga un hijo o ninguno, se termina el problema del acceso a la vivienda, ya que no habrá compradores para vivienda nueva, basta heredarla de padres, abuelos o tíos. Así, los precios y alquileres de pisos y casas, bajarían en picado por falta de demanda.
La compra de la vivienda es la evidencia más clara, de cómo la sociedad del bienestar es un sistema para hipotecar de por vida a la clase trabajadora.
Nos sermoneaban los economistas de generaciones pasadas y actuales, que gracias a los avances de la tecnología y los medios de producción, cada día aumentamos la producción de mercancías, productos y servicios, en menos tiempo y a un coste más económico, generando mayor bienestar.
Sin embargo, hay un producto: la vivienda, que fuera de toda lógica, a no ser la especulativa, que por mucha construcción que se realice, ésta, siempre se encarecerá mucho más haya del poder adquisitivo del ciudadano medio.
Para entender el robo o expolio que representa la compra de una vivienda, haremos algunas comparaciones:
1º- Hace 30 años, para construir una finca se tardaban varios años, en la actualidad varios meses y con la mitad de empleados.
2º- Para comprar un piso, en los años 70 bastaba una hipoteca de entre 10 y 20 años, a pagar por un solo sueldo, ahora las hipotecas son entre 30 y 40 años y a pagar con la nomina de los dos conyugues (la banca privada ya presiona con hipotecas a 50 años).
Es decir, a día de hoy, gracias a los avances de la ciencia y la producción, por arte de la política, la vivienda, en lugar de costar menos, cuesta 10 veces más que cuando se construía a mano. ¿Cómo puede haber tanto ladrón suelto?
Contrasta todo ello con las desorbitadas ganancias del negocio inmobiliario y bancario. La proliferación de los empresarios del ladrillo en el ranking de los más ricos del mundo, en revistas, como Forbes o Fortune, y los beneficios de la banca y cajas de ahorros que en muchos casos llegan a aumentar beneficios un 130% son representativo del expolio al que estamos sometidos los trabajadores por endeudarnos para acceder a una vivienda. Así, bancos, promotores y constructores son responsables de enriquecerse con una necesidad básica. La vivienda es un derecho, no un lujo por el que debamos estar hipotecado toda la vida, y con el peso del desahucio siempre pendiente si no tienes un sueldo y un empleo dignos.
Si se contabilizara la subida del precio de la vivienda en el IPC tendríamos un salario mensual de 3 o 4.000 euros, pero el Estado, tanto si es de derechas como de izquierdas, consciente de este robo, no lo incluye, para que así le cuadren las míseras subidas de los salarios de los trabajadores, y los ricos se hagan más ricos a costa de quien busca un techo. Anteponiendo el derecho enriquecerse a costa de la especulación, que el derecho a una vivienda digna.
La obsesión del Estado por darles beneficios a la banca y al mundo empresarial no tiene fronteras, así, no hay problema a la hora de expropiar terrenos, a precios bajos, para construir carreteras, autopistas, etc. Pero sí, para construir viviendas de protección oficial asequibles. La administración viola la ley al dar más derechos a los coches que a las personas, y es responsable de dar privilegios a la infraestructura para el coche privado antes que a las personas, por una primera necesidad como la vivienda a la que ampara la Constitución.
Como no nos podemos fiar de quién esta en el poder: ahora quieren hipotecar el futuro de nuestros hijos, con un soborno de 2.500 euros por traerlos al mundo, para enriquecer más a los ricos. A nosotros, los pobres, los obreros, solo tenemos el arma de la natalidad para luchar contra ellos. Equilibrando la balanza de la oferta y la demanda. Como no nos gusta que especulen con nosotros: No traigamos más hijos, para que no puedan especular con ellos, y díganselo, a todos los inmigrantes.
Antonio Canaves
acanaves@ono.com