Sáenz seguirá mientras Botín sea presidente y don Emilio no tiene intención de jubilarse. Ana Patricia Botín pretende, otra vez, acelerar la sucesión y/o neutralizar al consejero delegado. Sáenz retrasa su boda para el otoño pero no tiene la menor intención de retirarse tras el matrimonio. La presidenta de Banesto tropieza dos veces en la misma piedra: ha vuelto a remover sus terminales mediáticos, algo que ya le costó el cargo en el año 2000.
Como siempre la red Internet se ha adelantado a la prensa internacional en esta nueva movida. Bueno, tiene más de movida que de nueva. A sus 46 años la presidente de Banesto y primogénita de los Botín, Ana Patricia, no se resigna a continuar esperando. Emilio Botín tiene setenta años, pero sólo hay una palabra que ningún subordinado puede mencionar en su presencia: jubilación. Eso nunca. Y Ana Patricia puede soportar incluso que su padre no se retire, pero no soporta que el primer grupo bancario español, al que Botín siempre ha definido como un banco familiar sea dirigido por un extraño, Alfredo Sáenz Abad quién, además, le da órdenes y muchas. Así que cuando Ana Patricia supo que el viudo Sáenz se casaba con una dama catalana este verano, consideró, vaya usted a saber por qué, que era su momento. Craso error, porque su momento sólo llegará con la jubilación de su padre, no con la de don Alfredo y porque don Alfredo, el ejecutivo mejor pagado de España, no tiene la menor intención de retirarse a su querida Mallorca, por mucho que le guste navegar en su velero por aquellas aguas. Además, la boda se ha retrasado. Pero, encima, Ana Patricia es impaciente. Por eso, bajo el título de relevo generacional, ha empezado, no sólo a tomar posiciones, sino, lo que es más importante, a presumir de que algunas de las decisiones adoptadas en la casa matriz se apuntan en su haber. Lo cual es, sencillamente, falso. Por ejemplo, el diario El País, donde Ana Patricia puede influir, se ha empeñado en que el ascenso de Antonio Horta a la dirección del Abbey es cosa de la líder de Banesto. De esta forma, según los sesudos comunicólogos, se estaría preparando el futuro equipo de la nueva presidenta del Santander Central Hispano (SCH). La frase más utilizada en la campaña de la heredera, la más repetida en medios impresos y digitales, es se necesita sangre nueva.
Lo que sí es cierto es que el jovencito Jesús García Cantera como consejero delegado de Banesto en sustitución del talludito Federico Outón obedece al mismo proyecto. Claro está que Sáenz recogió el guante con prontitud: se llevó a Federico Outón a la matriz.
La impaciencia de Ana Patricia le lleva a tropezar dos veces en la misma piedra. En el año 2000 volvía a cometer el mismo error utilizando al diario El País contra el entonces consejero delegado, Ángel Corcóstegui. La decisión de su padre fue fulminante: le cesó en todas sus potestades ejecutivas y sólo cuando Corcóstegui fue despedido volvió al primer plano.
Además, Ana Patricia olvida, como ya olvidó seis años atrás, que ningún miembro de la alta dirección del Santander, incluyendo a los responsables de imagen está dispuesto a apoyarle. Todos obedecen ciegamente a su padre. Y el problema de Don Emilio es que puede vivir hasta los cien años y al cántabro sólo se le jubila en un ataúd o por mandato judicial.