Miércoles 5 a las 19,30 de la tarde en un hotel de la Gran Vía madrileña. La calefacción, a tope, como corresponde a esta sociedad opulenta que pasa calor en invierno y frío en verano. El ex militar, Julián Delgado presenta su libro: Morir en Paracuellos: memoria íntima sin odio. El ambiente está tan caliente como el clima. Estaba anunciada la presencia de Santiago Carrillo. Muchos interpretaron que sería para disculparse sobre los sucesos de Paracuellos. Una especie de punto final de su vida trágica y de la Transición democrática. Una reconciliación consigo mismo para que la Historia le absolviera.
Pero no. Carrillo no era sino un gancho comercial. A pesar del nefasto partido de fútbol de la jornada, la sala estaba a rebosar. Pero Carrillo no asistió. No se trataba de una estrategia comercial, dice el autor, Julián Delgado. No lo fue, pero lo parecía. Porque hasta se permitió enviar una convocatoria a sus compañeros de colegio de huérfanos de la guerra. Esta invitación es un insulto además de vulnerar la ley de protección de datos, dice una de sus compañeras de infancia.
De reconciliación, nada. De perdón, menos. Fue Delgado quien exculpó a Carrillo no sólo por su inasistencia sino por las matanzas de Paracuellos. ¿Cómo se va a producir la reconciliación si Carrillo no pide perdón por los 5.000 asesinatos producidos bajo su mano?, pregunta una asistente joven al terminar el acto. La pregunta queda sin resolver, pero era la única pregunta que había que responder.
El acto de hora y media de sauna transcurrió en medio de una enorme tensión. La mitad de la sala estaba dispuesta a saltar a la yugular. Los aplausos estaban diezmados. Las caras, largas. Y es que la tesis de Delgado, uno de los fundadores de la Unión Militar Democrática es que hubo barbaridades por ambos bandos, que levantar fosas está muy bien y que es la hora de la reconciliación. Lo dice con la supuesta autoridad de ser hijo de fusilado en Paracuellos, militar del bando de los que ganamos y demócrata hasta las cachas. También sale al paso sobre los rumores de que fue expulsado del Ejército por fundar la UMD. Salí yo. No le echaron, se echó. Pero la pregunta sigue en el aire: ¿Cómo se va a producir la reconciliación si Carrillo no se disculpa por las matanzas de Paracuellos?