Sr. Director:
El acto de Sánchez Gordillo, alcalde y diputado, no tiene tan solo un carácter simbólico que abre un debate en la sociedad sobre la riqueza y la pobreza como opinan en su partido.

Ese debate es tan viejo como la humanidad misma y, desde el punto de vista moral, seguirá abierto hasta el fin de los tiempos. Ocurre, además, que la dura crisis económica que padecemos no puede justificar, de ninguna manera, el asalto a un supermercado con el pretexto de ofrecer los alimentos robados a los necesitados, por la simple razón de que existen diversas entidades de gran arraigo social que ya se ocupan de impedir que en España se muera de hambre.

Ahí están, por ejemplo, los Bancos de Alimentos que cada día distribuyen gratuitamente, en toda España, centenares de toneladas de alimentos procedentes, precisamente, de donaciones de las propias superficies, así como de excedentes de las empresas alimentarias y de ayudas de la más diversa procedencia.

Y ahí está Cáritas, ejemplo vivo de solidaridad en la que trabajan generosamente millares de voluntarios, sin olvidarla Cruz Roja, así como los comedores atendidos por diversas entidades especialmente de religiosas, que asisten cada día a millares de personas sin recursos.

Sánchez Gordillo que vive de un sustancial sueldo que le pagamos los contribuyentes, entre ellos las empresas que ha asaltado, no ha dado precisamente un ejemplo de honradez y solidaridad. Simplemente, se ha portado como un vulgar delincuente que, en su caso como político, supone una grave burla del Estado de Derecho o ¿el fin del acto es otro que el simbolismo y la beneficencia?

Jaume Catalán Díaz