Así que la prestación social más lógica del Estado del Bienestar, aún más importante que las pensiones, que la sanidad y que la educación, debería ser el apoyo público a la maternidad.
Así, en toda Europa está surgiendo la idea del salario maternal. ¿Cuál es la mayor y más sufrida aportación de la mujer a la economía moderna: la maternidad. Pues bien, es de justicia compensarla. Así, Francia acaba de mejorar su salario maternal. A pesar de la crisis, la Seguridad Social francesa (en España la SS está en números negros) una mujer que tenga su tercer hijo recibirá un salario de 750 euros al mes durante un año (recordemos que el salario mínimo español se sitúa en los 512 euros brutos mensuales) y la baja maternal a partir del segundo, puede ser de 3 años (seis meses de baja el primero).
Y Francia, miren ustedes por dónde, tiene la tasa de natalidad más alta de la UE (al menos, de la UE de los 15).
Y no es el Gobierno más generoso del continente. Por ejemplo, en Noruega las mujeres que hayan trabajado 6 de los 10 meses anteriores al parto tienen derecho al 100 por 100 del salario durante las primeras 42 semanas de la vida del niño. Es decir, cuando éste ya acude a la escuela. Y si no han trabajado nunca es igual: cobrará el 80% de sus ingresos medios durante 25 semanas.
En España, por el contrario, los ratas del PP, apoyados por un movimiento surgido de las comunidades autónomas, aprobaron 100 euros al mes durante los primeros tres años, pero ¡sólo para madres trabajadoras! Las demás que arreen. Ahora bien, resulta que dada la inseguridad laboral que reina en España, ninguna mujer se va a arriesgar a ser madre si quieren mantener su empleo y cobrar la bicoca de los 100 euros, con los que, desde luego, no va a criar a hijo alguno. Es decir, en España se vive en un círculo vicioso. Naturalmente, Zapatero prometió ampliar esta prestación, pero seguimos esperando.
Y es que en algunos países se valora la maternidad, es decir, a las personas. El salario maternal no es una limosna, ni una prestación: es una contraprestación. La sociedad necesita trabajadoras, pero sobre todo necesita hijos. En este caso, habrá que atenerse a lo políticamente correcto para evitar sutiles interpretaciones: hijos e hijas, jóvenes y jóvenas.
La mayor reivindicación sindical de hoy sería para los jóvenes. Pero los sindicatos son entidades envejecidas. Sólo se preocupan de los viejos proletarios, los de la gran empresa o la Administración Pública. Los problema de las nuevas generaciones les traen al pairo : ni están afiliados ni son su público. En Francia, En Irlanda, en Bélgica, en Alemania, en Noruega o en Suecia, tener hijos es aplaudido : para la progresía española, es un peligroso síntoma de espíritu cavernícola y reaccionario. A fin de cuentas, lo de los progres es siempre lo mismo : después de mí, el diluvio.
Eulogio López