Sylvester Stallone es el responsable total de Rocky Balboa, una nueva secuela (y van seis) de la película original que en el año 1976 se llevó el Oscar a la mejor película. Eran, sin duda, otros tiempos.
Stallone se ha limitado en esta nueva entrega a repetir todos los elementos e imágenes que convirtieron en todo un éxito a la película primigenia. Su argumento es una especie de Volver a empezar pugilístico.
Rocky Balboa es ahora el dueño de un popular restaurante pero no acaba de ser feliz. No sólo añora el cuadrilátero sino a su esposa (fallecida) y a su único hijo, que se encuentra alejado emocionalmente de él. Este se ha convertido un joven yuppie que quiere olvidarse de la fama cosechada por su padre. Pero, debido a un juego de intereses Rocky volverá a pelear y se verá enfrentado nada menos que al actual campeón de pesos pesados: un púgil con malas pulgas
Silvestre Stallone (a quien unas deficientes operaciones de cirugía estética le han convertido, físicamente, en una especie de teleñeco) ha realizado una tele-movie nostálgica en la que sólo merece la pena reseñar el combate final, muy bien rodado y montado, aunque previsible desde la primera secuencia.
Para: Los que no se aburran con la sexta entrega de esta sagaque no serán muchos