Hablábamos en la oficina en una de esas tertulias de café, del nivel de separaciones y divorcios que se da en la actualidad y se me ocurrió comentar que una de las razones fundamentales de esos fracasos es el enfoque que desde las Instituciones Públicas se ha dado (y se sigue dando) a la Educación Sexual desde hace decenas de años. Como se pueden imaginar esto choca con lo políticamente correcto y, por tanto, tuve que dar algunas explicaciones. Cuando nos hablan de Educación Sexual.
¿Qué producto nos están vendiendo?. ¿Quieren educar en el conocimiento del componente sexual humano y de su estrecha relación con su componente espiritual? Lamentablemente no. Eso del espíritu es una palabra prohibida. La filosofía no esta de moda. Pensar es muy costoso. Platón y Aristóteles han sido superados por el materialismo institucional.
La Educación Sexual que nos venden sólo intenta explicar (a veces ni eso consigue) la anatomía sexual, su relación con el placer y los métodos artificiales existentes de violentar la naturaleza sexual de la mujer para evitar la concepción a toda costa. Nadie enseña la relación entre el compromiso, la fidelidad, el sacrificio, la fortaleza, la generosidad, el servicio.en definitiva la relación del amor con el sexo. Ya sabemos que eso de que el hombre se componga de materia y espíritu choca con la idea institucional de que el hombre es pura materia y su felicidad consiste únicamente en el placer de los sentidos aunque sea violentando su naturaleza. Pretenden que una pareja consiga la felicidad a base, únicamente, de que sus relaciones sexuales sean lo más placenteras y menos comprometidas posibles.
El resultado es evidente. Confundir el sexo con el amor ocasiona el fracaso en la pareja. Pero nadie les dice esto a los jóvenes. Siembra vientos y recogerás tempestades dice el refrán y vaya si se están recogiendo. Lamentablemente es difícil que algo cambie. Hay muchos intereses por medio. La industria del sexo : (preservativos, pastillas anti-baby, etc.) mueve mucho dinero y compra muchas voluntades. No obstante la esperanza es lo último que se pierde. Torres más altas han caído. En todo caso la razón siempre asiste al justo.
Gerardo Marín Carreño
papa@marincarcedo.com