- La petrolera se quedaría con un 5%. El resto de los presuntos postores sólo forman parte del montón.
- Al Gobierno y a La Caixa les gusta más el fondo soberano de Singapur que la petrolera china.
- Y, desde luego, no quieren saber nada de GDF, EDF o Sonatrach.
- La Caixa no venderá, de momento, aunque se plantea desinvertir en Repsol, al menos del 13 al 10%.
- Al mismo tiempo, Brufau busca inversiones con rapidez, porque la petrolera española se está convirtiendo en demasiado opable y apetitosa.
El divorcio Antonio Brufau-Isidro Fainé avanza y eso no es bueno. Brufau (en la imagen) se ha empeñado en vender su casi 30% de Gas Natural Fenosa, empresa de la que Caixa posee un 36%.
Ahora bien, Gas Natural Fenosa es la primera gasera y tercera eléctrica de España, una compañía por tanto, estratégica. El martes la prensa publicaba un listado de compañías, la mayoría de ellas del sector, que querían acceder a un paquete de Gas Natural. Ahora bien, ni al Gobierno ni a La Caixa le gustan los socios industriales como la Francesa Suez-GDF, EDF o la argelina Sonatrach (que, además, ya está en el accionariado de GNF). La argelina, menos que ninguna otra. Al final, estos postores querrán hacerse con el control de la sociedad catalana.
El plan de Brufau, para que tanto el Gobierno como Caixa aprueben la operación, o por lo menos no tuerzan el gesto más de lo debido, consiste en venderle un 10% al fondo soberano de Singapur, Temasek (socio de Repsol y con buenas relaciones con Brufau), y otro 10% a los chinos de Sinopec, la petrolera que ya le comprara a Repsol el 40% de la sociedad de exploración de crudo en Brasil.
Al Gobierno le gustan más los socios institucionales, como Temasek, que los industriales como Sinopec. Pero lo cierto es que le gustaría que GNF se quedará como ha estado siempre: controlado según un acuerdo Caixa-Repsol.
Y ojo porque Caixa también tiene sus armas. Ya hemos dicho que el plan de Brufau es romper con su núcleo duro e instaurar en Repsol el modelo de Telefónica: que no hay núcleo duro y que la propiedad esté en manos de inversores institucionales.
Ahora bien, el peligro de Repsol es que se ha convertido en una compañía apetitosa y opable. Si encima reduce su deuda y aumenta su caja, todavía más apetitosa. En definitiva, que lo que más debe preocupar a Brufau no es vender, sino comprar.
Miriam Prat
miriam@hispanidad.com