a Argentina durante el mandato de Fernando de la Rúa, que acabaron en el Corralito y el Corralón.

 

En el fondo, Rato está planteando la eterna cuestión de si el FMI tiene  derecho a suplantar la soberanía política y económica de un estado. Recordemos que nos están ofreciendo facilidad crediticia no a cambio del respeto a los derechos humanos sino a cambio de las políticas, las famosas píldoras amargas, que el FMI considera ortodoxas desde un punto de vista económico.

 

Y dado que se cita el ejemplo argentino, la verdad es que tanto el Corralito como el Corralón, fueron medidas muy ortodoxas para evitar la quiebra del sistema pero también un atentado flagrante contra el derecho a la propiedad privada.

 

Así que habrá que desearle que tenga poca suerte en su intento.