Zapatero tiene razón. Como español lamento muchísimo pechar con un presidente tan blandito como venenoso, pero no estoy dispuesto a que los franceses se aprovechen de su debilidad para golpearme en el occipucio. Lo de monsieur François Fillón, tan celebrado por el cainismo español, no tiene pase.

En primer lugar, dudo mucho de que ZP le dijera que su regularización de inmigrantes, de la que siente tan orgulloso –le ha proporcionado muchos votos-, haya sido un fracaso y prometido, cual alumno pillado en falta, que no lo haría más. Y si lo hizo peor, porque el ‘gabachúa', que diría Forges, no es quién para revelar unas conversaciones que, por su naturaleza, deben ser discretas. Al parecer, monsieur Sarkozy piensa que la política exterior española debe seguir siendo marcada por París, como –Aznar dixit- ocurre desde 1808.

Pero es que hay más. Una cosa es que ZP, ese desastre con patas, ese personaje mitad tonto-mitad siniestro, que nos ha tocado en suerte a los españoles, deba ser derrocado, más que nada para que España logre sobrevivir, y otra bien distinta es que hasta Mister Bean pueda hacer alguna cosa bien. Pocas, pero…

La regularización masiva, por más que se empeñe la derecha cainita española, fue una buena medida, con o sin efecto llamada. La historia de la humanidad está marcada por la libre circulación de personas, y el problema migratorio no consiste en que vengan muchos –porque están aportando mucho a la economía española- sino que los que vengan no respeten la forma de vida de los nativos, algo especialmente visible en la inmigración islámica, la que más problemas acarrea. Ahora bien, para que te respeten, debes respetarte antes a ti mismo. España es un país hecho a medida de los principios cristianos. El problema de ZP no es que abra las fronteras a los inmigrantes, sino que no se respeta a sí mismo, es decir, no respeta los principios cristianos que han inspirado nuestra historia. Ya saben: "Dentro de 50 años vuestras mujeres vestirán chilaba, porque nosotros creemos en algo y vosotros no creéis en anda".

ZP es un desastre, no cuando abre las fronteras –debería abrirlas más-, sino cuando desprecia y ataca la identidad cristiana de España. Y la identidad cristiana de España, y de Francia, le importa un bledo a monsieur Fillon, un cantamañanas de mucho cuidado. Por cierto, la única política cristiana es acoger al que huye de la miseria.

La prensa española de derechas debería dejar de ser tan cainita y tan estúpida. Esta vez, el pinchauvas que ocupa la Moncloa está cargado de razón.

Eulogio López