Esta vez le ha ganado Francisco González, pero en este particular duelo entre Fernando Alonso y los Ferrari, el consejero delegado del Santander, Alfredo Sáenz, ha obtenido el sueldo que habíamos anunciado en Hispanidad: en 2006 ha cobrado 8,1 millones de euros, aunque en esa cifra no entran determinados ingresos, como las dietas en consejos filiales de sociedades no controladas. Si se añaden, alcanzan los 8,5 millones de los que hablamos. Es decir, que no ha superado a FG.

Pero no sólo es eso. Además del sueldo, las dietas y los regalos en especie, los cinco consejeros ejecutivos del Santander se reparten una pensión de 177 millones de euros. De ellas, 55 millones se los llevará Sáenz, 39 Matías Rodríguez Inciarte, otros 39 Francisco Luzón, mientras que a Ana Patricia Botín le tocan 15.

Es decir, que Alfredo Sáenz, además de su salario de más de 8 millones de euros en 2006 –con una subida del 13%, mientras a los trabajadores se les ofrece el IPC oficial, que nunca se cumple- tiene la jubilación asegurada. Supera por dos millones la jubilación prevista por su colega FG, que está en 53 millones.

Sería interesante saber si en los casos de estos cuatro agraciados se cumple el principio de Ángel Corcóstegui. Cuando se marchó José María Amusátegui, Botín intentó retener a su primer ejecutivo, ocasión aprovechada por éste, en aquel momento necesario, para exigir los 110 millones de euros previstos como jubilación -entonces tenía 50 años y el estudio actuarial jugaba a su favor-. Corcóstegui se plantó ante Emilio Botín y le propuso: lo que me toque según el estudio (los 110 millones), pero, ojo, lo cobraré tanto si me voy como si me echas. Botín asintió, y desde entonces bien que le ha pesado.

Por lo tanto, debemos entender que el cántabro no ha tropezado dos veces en la misma piedra. Porque el asunto es crucial. En definitiva, esto es lo lógico, Sáenz cobrará sus 55 millones de pensión salo que abandone voluntariamente el barco. Esto no deja de ser muy útil para los presidentes, en este caso a Botín, aún más que el sueldo, porque así se aseguran la fidelidad perruna de sus colaboradores. Y, atención, Botín paga con dinero de los accionistas, con el dinero de los demás.

Y todo esto, a cambio 8,5 millones de euros anuales más 55 millones de pensión, ¿qué puede ofrecer Alfredo Sáenz, o cualquier otro, a accionistas, trabajadores y clientes? Por ese precio no tiene que ser un buen gestor, tiene que ser la Casa de la Moneda fabricando billetes cada día

Por cierto, las aportaciones se hacen en cualquier momento del año, pero no se informa hasta vencido el ejercicio. Desde el pasado mes de enero puede que la pensión de FG haya superado los 53 millones mientras la de Alfredo Sáenz ya esté por encima de los 55: nos enteraremos en abril de 2008.

Botín no sólo tiene atados a sus directivos, sino también a sus consejeros, que se repartieron 32 millones de euros. Como para llevarle la contraria a don Emilio

Otrosí: el Santander no está de acuerdo con el Código de Buen Gobierno de Manuel Conthe, que aconseja que se consulte a la Junta los salarios de los directivos. Lo consideran una peligrosa mezcla de las competencias de la Junta de Accionistas –ninguna-, y las del equipo directivo –todas las demás-. La verdad es que la Junta de Accionista no tiene por qué ser consultada: lo que tiene que hacer es aprobar, o no, los salarios de "sus" empleados, los directivos. En eso estaba pensando la CNMV antes de que el PSOE se partiera en dos bandos fratricidas pelándose por el poder corporativo.

Eso sí, insisto: Sáenz no ha conseguido superar ni al presidente del BBVA, FG, ni tampoco a su consejero delegado, José Ignacio Goirigolzarri. Por supuesto, ninguno de los tres es una accionista –propietario- dominante. Tan fabulosas fortunas se las abonan los propietarios, esos señores que se rigen por una máxima muy sencilla: votar (una vez al año, en la Junta, lo que le proponen los directivos) y callar.

Desde que se inventó la gran empresa, los gestores han chuleado a los propietarios. El único sistema válido es el que impuso en el Popular Luis Valls, sin duda el mejor banquero que ha tenido España durante todo el siglo XX, y que ha sido seguido por Ángel Ron. No hay consejeros ejecutivos, no hay participación en beneficios y los consejeros deciden los sueldos de sus ejecutivos… que casualmente eran, y son, muy inferiores a los de sus colegas, a pesar de dirigir el banco más rentable de Europa.

De esta forma, los consejeros del Popular sabían, y saben que, si quieren ganar dinero lo que tienen que hacer es exactamente lo mismo que hace el accionista Juan Español: comprar títulos del banco. Y el directivo, lo mismo.

Decía Hegel que las diferencias de grado acaban por ser diferencias de naturaleza. Lo de los suelos de FG y Sáenz son ya diferencias de naturaleza. De una naturaleza cruel.

Eulogio López