La celebración en Cataluña de la Diada del Tercer Centenari ha pasado. Ahora hay que galopar porque el tiempo se acaba y Artur Mas lo sabe.
Se le acaba el tiempo y no va a tener más salida que unas elecciones anticipadas. Siempre podrá decir que él ha cumplido su compromiso de convocar la consulta y además, que no es cuestión menor, no habrá, comisión de investigación a Jordi Pujol.
Cuando el día 22 el expresident comparezca en la cámara catalana, es más que posible que el fanal de ciclo, de este ciclo en el que Mas ha sido cómplice necesario, haya llegado a su fin aunque este final todavía no ocupe lugar en boletín oficial alguno.
ERC, que sale de todo este laberinto limpia de polvo y paja, no quiere pisar el acelerador. No quiere agobiar a Artur Mas. Le bastan las magníficas expectativas electorales que todos le atribuyen para que a ellos si les haya compensado todo este bucle infernal. Para ERC, que nunca ha engañado a nadie sobre sus objetivos políticos, el bucle no ha sido infernal. Al contrario. Un regalazo que le ha puesto en bandeja Artur Mas que además de haber optado por su propia inmolación -no tiene otra salida- de paso ha destrozado a su partido que de ser referente ha pasado a ser mero acólito de un tiempo que se está acabando.
No habrá consulta, todos habrán cumplido y a la vuelta de Navidad, a votar. A esto, creo, en política se le llama "fin de ciclo" y es hacia donde, en mi opinión, camina, sin posibilidad de retorno, la política catalana.
José Morales Martín