Sr. Director: 

Hoy, la publicidad rebasa todos los límites del buen gusto y la prudencia en nombre de la libertad no sé si de expresión o de perversión.

Circulan unos autobuses por mi ciudad exhibidores de un acto premasturbatorio como lo más natural del mundo. No importa si contraría, escandaliza o trastorna las mentes de los más pequeños, con tal de que el anunciante que paga, en este caso el productor de una película pornográfica, quede satisfecho.

El ciudadano es acribillado a diario con imágenes sexo-subversivas sin pedirle permiso, ya encienda la TV, se coma un helado, abra una revista o visite Internet. Sin embargo el ayuntamiento de Madrid ha prohibido dicha publicidad en ese transporte público por considerarla ofensiva. Felicidades.

M. Dolores Bravo

mariadoloresb@gmail.com