No me extraña la doble reacción de ZP. La derecha puede ser tan progre como él y por eso -esto lo sabe todo el mundo menos Federico Jiménez y Pedro José- la progresía socialdemócrata siempre ganará, en un continente viejo como Europa, a la progresía conservadora. Ambas progresías son capitalistas y ninguna de las dos cree en verdades absolutas. Simplemente, los progres zapateriles conservan algo de su vieja humanidad (por ejemplo, suben el salario mínimo) mientras el ‘mester de progresía' derechoso, más lógico y más frío, más silogístico, menos cursi, considera que el hombre es un lobo para el hombre, que la cooperación no existe, sólo la competencia. Lo que importa es vencer, por tanto, lo que importa es la muerte, no la vida. Y conste que, si Dios no existe, si no hay normas morales absolutas ni principios intocables, lo lógico es pensar de esta guisa: ser ‘conservaduros'.
Pero, a la postre, ambas progresías, de izquierdas y de derechas, son una sola cosa: relativismo, tristeza y locura. Degradación inevitable. A fin de cuentas, el hombre necesita del dogma -no hablo de religión-, o se desespera, prisionero en un mundo carente de sentido. Y la tristeza siempre lleva al manicomio, que por algo la depresión es la patología de nuestro tiempo.
Pero también es lógica la actitud de ZP: -insisto- su enemigo no es Bush, es Rouco, porque la Iglesia sí cree en la verdad y en la moral absoluta (por cierto, si la moral no es absoluta, ¿cómo puede ser moral?), y eso es lo que el progre, no sólo no soporta, sino que considera un insulto. En este partido, no juegan los progres de izquierda contra los progres de derechas, sino las dos ‘mester de progresía' por expulsar al Cristianismo del terreno de juego. Y es que si comienza el encuentro, no tenemos ni para empezar: les metemos seis sin bajarnos del autocar. De hecho, frente a la Iglesia, la progresía no argumenta, sólo insulta.
Por eso, la estrategia de la nueva legislatura de Zapatero, traducida al cristiano -es decir, al humano- es la siguiente: eutanasia y nuevos estatutos catalán y vasco. La primera de ellas contra la Iglesia y contra la vida, su verdadero enemigo, que le puede arrebatar la influencia social; la segunda, contra la progresía de derechas del PP, la que le puede arrebatar la Moncloa.
En lo primero, distingamos: la conversión de España en el paraíso mundial del aborto no es obra de ZP: comenzó el corrupto González y lo relanzó el acomplejado Aznar. El gran logro anti-vida del PSOE han sido las dos leyes más criminales de la legislatura, curiosamente poco señaladas: la reforma de la Fecundación asistida y la Ley de Investigación Biomédica, verdaderos soportes jurídicos del matadero humano en el que se ha convertido España. Ahora toca la eutanasia, es decir, el otro ser humano débil. El aborto es producto del odio a la vida, la eutanasia de la desesperación por la vida.
Y luego los estatutos, para arrinconar al PP. Esto es menos importante pero tiene mucha atracción mórbida. Decíamos ayer, que sólo los ingenuos pueden pensar ahora que los nacionalismos han sido derrotados, podríamos pensar que los dos partidos nacionales se iban a unir. Eso sería lógico si a la cabeza del Gabinete estuviera un estadista, pero sólo contamos con ZP. Por eso, lo que más le interesa ahora es el golpe de Estado en el Tribunal Constitucional para aprobar el Estatut catalán, al tiempo que ha prometido a Ibarreche un nuevo Estatuto (¿Qué más competencias se les puede dar a vascos y navarros, que no tengan ahora?) para aumentar su techo de autogobierno.
Y ZP es ignorante pero no tonto. Les dará todo lo que pidan, porque sabe perfectamente que ni CIU ni el PNV, ni ERC ni el Bloque, ni Coalición Canaria ni el PAR, ni Unidad Mallorquina ni Izquierda Unida, pueden quitarle el sillón monclovita: el PP sí. O sea, que de alianza PP-PSOE nada de nada. Eutanasia y PNV. Se admiten apuestas.
Eulogio López
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