¿En qué se diferencia un profanador ladrón de un profanador satánico? En que el ladrón se lleva aquello que tiene un valor material mientras el satánico busca el cuerpo de Cristo, la sagrada forma, el sencillo pan no fermentado donde se ha dado la transustanciación.

Cuando hablo de satánico no hablo de poseído. La posesión no es más que el control del cuerpo por parte de los espíritus malignos y, por muy impactante y morbosa que resulte, no es más que una prueba permitida por Dios, quizás para mostrarnos su misericordia y la existencia de los diablos, a los que Jesús se refiere una y otra vez en el Evangelio.

Pero mucho más importante, y preocupante, es cuando Lucifer posee el alma, eso que llamamos pecado. Los grandes luciferinos no son poseídos, así como las sectas Satán no mandan los esclavizados en su cuerpo sino aquellos que han hecho su elección por Satán en lugar de por Cristo, elección espiritual a la que nos enfrentamos todos los hombres, que por algo somos racionales y libres.

Es cierto que, en el asalto a la catedral de Bayamo, los asaltantes se llevaron objeto de valor y las limosnas de los fieles pero sorprende que a la hora de abrir el Sagrario se llevaran también el cáliz... con las formas consagradas. Un ladrón habría despreciado aquello que, a ojos de un materialista, sólo es un trozo de pan.

A los obispos no les gusta informar de los robos de formas consagradas para no provocar al mal. Nunca sabré concluir si esa discreción constituye buena o mala técnica frente a estos actos pero lo cierto es que las profanaciones de la eucaristía van en aumento, al menos en España. Y eso quiere decir algo. Lo que sí tengo claro es que los fieles podemos adoptar la política del avestruz ante esta barbaridad, mucho más preocupante que el robo de objetivos sacros bañados en oro. Pero no me parece buena idea.

Eulogio López

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