Sr. Director:
Me gustaría que, antes de que el profesorado tenga la obligación de enseñar en la escuela educación sexual, fuesen los políticos y aquellas personas que han desarrollado la idea, a impartir dichas clases -sobre todo en escuelas marginales-, a ver qué contestan a los niños cuando comiencen a hacerles preguntas personales.
La educación sexual es una materia que debe ser impartida por los padres, puesto que es un tema demasiado íntimo como para explicarlo en público.
¿Cómo abordará el profesor el tema, por ejemplo de la masturbación, cuando un niño de 6 años le pregunte si él se masturba o con su edad se masturbaba? ¿Le contestará al alumno, revelando así un tema íntimo?
¿Qué le contestará si le pregunta si ha tenido relaciones sexuales con diferentes personas a lo largo de su vida, y si han sido del mismo o de diferente sexo?, por ejemplo.
¿Y si el profesor, por ideología, decide que él no es quién para tocar ese tema y que esa es misión de los padres, puesto que es uno de los puntos imprescindibles para que entre ellos surja confianza, al abrirse así entre ellos una vía de complicidad?. ¿Se le sancionará? ¿Se le expulsará del cuerpo?
Creo que los políticos que nos gobiernan están acostumbrados a lanzarse a la piscina sin mirar primero si tiene agua, como pasó con las soluciones habitacionales, y con la obligación de explicar en la escuela los contenidos de la Guía de sexualidad les va a pasar lo mismo. Más de un maestro lo va a pasar mal. Doy gracias al cielo por estar ya apartada de la profesión, pues sería uno de los docentes que se negaría a impartir dicha disciplina, por ética profesional.
Ángeles Calderón Goñi
ancal@telefonica.net