Un 17% de los votantes del pasado 20 de febrero votaron NO al Tratado Constitucional europeo. Un 76% optó por el SÍ. Ahora bien, sólo entre los dos grandes partidos, PSOE y PP, representan al 80% de los votantes, y hay que contar con que el PNV y CiU (con reparos) optaban por el Sí.

Por otra parte, Izquierda Unida, ERC y algún otro partido menor, así como las formaciones extraparlamentarias que optaban por el NO, en ningún caso alcanza el 17% de los votos en unas selecciones generales. Así, un estudio de Sigma publicado por El Mundo concluía que más de 732.000 votantes del PP optaron por el NO y más de 463.000 votantes socialistas hicieron lo mismo. Y no contamos el voto en blanco.

Esta dicotomía entre elecciones generales y sentir europeo ha hecho que, por vez primera, en las dos sedes de ambos partidos mayoritarios se haya concluido lo mismo: España, el país más europeísta de la Unión, comienza a recelar de Europa. En el PP están contentos por no haberse mojado a fondo en el referéndum. En el PSOE, más bien preocupados, porque Zapatero ha vendido, antes que nada, europeísmo.