"La televisión ha acabado con el cine, el teatro, las tertulias y la lectura. Ahora tantos canales terminan con la unidad familiar", afirma Bernice Ubres.
Esta cuestión adquiere cierta gravedad cuando son los niños los que pasan muchas horas ante los televisores: hasta una tercera parte de las horas en que están despiertos, e incluso fuera de los horarios infantiles.
En el estudio llevado a cabo por la Universidad San Pablo CEU, "Los niños frente a la televisión, prácticas y mediación familiar", se asevera que los progenitores son demasiado permisivos ya que no controlan a sus hijos. Ignoran el consumo real que hacen sus hijos de los contenidos televisivos. Con frecuencia padres e hijos visionan juntos la televisión por lo que ven programas que no son adecuados a su edad. Finaliza la investigación asegurando que "los padres son los principales responsables de asegurar un entorno comunicativo apropiado favoreciendo las condiciones, físicas e intelectuales, necesarias para contrarrestar la indiscutible fuerza socializadora de la televisión en la vida de los hijos".
A su vez, los adolescentes que avispan la televisión tres horas cada día alcanzarán un mayor riesgo en su educación durante la juventud y en el comienzo de su existencia adulta, según una investigación efectuada por la Universidad de Columbia y el Instituto Psiquiátrico de Nueva York.
Por otra parte, la Confederación de Organizaciones de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios alerta de que la programación infantil, que ofrecen las distintas cadenas televisivas, está plagada de violencia y actitudes sexistas.
Por todo lo expuesto, la publicidad dirigida a los niños es una comunicación que se debe cuidar hasta el último detalle. El público infantil es un segmento numeroso de la audiencia y por su condición de niño indefenso ante los mensajes, es oportuno exigir que la publicidad infantil esté muy cuidada. La publicidad dirigida al niño no debe engañar ni manipular, debe ser muy clara en sus mensajes, ya que la audiencia infantil pueden confundir lo real con los mensajes imaginarios que perciben.
No caben inhibiciones mientras no se ponga coto a la acción deformadora del primer medio hipnótico de comunicación de masas, mientras la gran ventana lívida suplante a los padres.
"La violencia mueve a la imitación, por lo que puede estimular comportamientos violentos en los espectadores infantiles", afirmó el Profesor Gianfranco Bettetini.
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