En el mundo árabe ocurre algo parecido: el más peligroso es el no-árabe, el turco Recep T. Erdogan, el premier turco, quien vende su islam democrático -no se lo cree ni él- y que pretende, eso sí, convertirse en el nuevo líder del mundo árabe tras la caída de Mubarak en Egipto. Erdogan ha lanzado la idea del Estado Palestino al que Israel debería asentir sin que los palestinos, ni el islam en su conjunto, reconozcan el derecho a existir del propio Israel.
Erdogan es, para la prensa occidental, el moderado, y Estados Unidos le apoya por la sencilla razón de que es miembro de la OTAN y ha utilizado y utiliza su suelo como base militar para bombardear a sus enemigos. Pero eso no convierte a Erdogan en un demócrata ni mucho menos en alguien que respete los derechos humanos. Ni de broma.
Que empiece por respetar a los cristianos que viven en Turquía.
Eulogio López
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