La Comisión Europea apremia a los países miembros de la UE para que asuman en su ordenamiento jurídico interno las normas jurídicas adoptadas tras el 11-S (es decir, a finales de 2001) para combatir el blanqueo del dinero que financia el terrorismo.
En primer lugar, hay que distinguir entre el dinero gris (que no paga al fisco) y dinero negro (que viene o va, desde o hacia el terrorismo, el narcotráfico o, muy importante, el bazar internacional de armas). En lo que se refiere al dinero gris, la Unión Europea apenas ha avanzado en homologación fiscal (la homologación económica más importante, mucho más que la monetaria) porque Holanda y Luxemburgo, especialmente esta última, mantienen unos regímenes fiscales que se parecen muy mucho al de un paraíso fiscal. Por eso, el dinero acude, a Luxemburgo. Y por eso, por ejemplo, la fortuna de la familia Botín, desde la que se controla el primer banco del país, el Santander Central Hispano (SCH), está radicada en Luxemburgo. Y como el diminuto Luxemburgo boicotea la homologación fiscal europea... pues no hay homologación fiscal en Europa.
Lo del dinero negro es más peliagudo. Las claves para combatirlo son la supresión del secreto bancario y la supresión de los paraísos fiscales.
Ahora bien, los gobiernos europeos, especialmente Reino Unido y Holanda, mantienen paraísos fiscales en diversos puntos del Globo. Ni tan siquiera Estados Unidos, tras el 11-S, se atrevió con unos paraísos fiscales donde se refugian sus fortunas y sus fondos de pensiones. Porque los casi cuarenta paraísos que existen en el mundo albergan demasiados intereses. Además, personas e instituciones no acuden a ellos para pagar menos a Hacienda, sino para permanecer en el anonimato.
La segunda cuestión es la supresión del secreto bancario. En este punto, ni Alemania, ni Francia, ni Italia, ni Reino Unido, los cuatro grandes de la Unión, están por la labor. Sólo España ha suprimido, y sin que nadie se enterara, ya en tiempos del PSOE, el secreto bancario. En el resto de Europa, no sólo en Suiza, cualquier investigador se encuentra con mil y una dificultades para que la banca y los grandes intermediarios financieros faciliten sus investigaciones en busca del dinero negro, del dinero del terror. Por tanto, las peticiones de la Comisión y, en concreto, del comisario de Justicia, Antonio Vitorino, constituyen un verdadero paripé: no es esto lo que el Gobierno Bush solicitó a Europa en su cruz contra el terrorismo. Y Europa lo sabe.