En la asociación Pro-vida nos llegan chicas que viven en pareja y que, cuando quedan embarazadas, el chico no quiere saber nada y marcha, la abandona, o bien la amenaza que, si no aborta, la dejará; y también está aquel que la coacciona de mil maneras a abortar, en muchos casos, hay una clara violencia psicológica hacia la mujer.
No sólo con su pareja pasa eso, sino también cuando van a buscar ayuda a los servicios sociales, donde casi toda la asistencia que les dan es una tarjeta para ir a abortar. Si la ley del aborto no existiera, ningún chico podría obligar ni amenazar a su pareja embarazada para que aborte, como tampoco los servicios sociales o sanitarios podrían dirigirse a el aborto como una salida fácil para ellos, y obviando las consecuencias físicas y psicológicas que sufre la mujer.
Esta ley, que facilita y da el derecho a abortar, es una herramienta que algunos políticos han creado para desentenderse de los problemas que fácilmente puede sufrir una mujer embarazada, de esta manera, suplen la irresponsabilidad con una ley que fomenta más irresponsabilidad. Ley que
desampara, o más aún condena, al niño que está creciendo en el seno materno.
El Dr. B. Nathanson explica en un vídeo titulado "el grito silencioso" los movimientos de un niño de 12 semanas de gestación el cual, mientras es abortado mediante succión, acelera su ritmo cardíaco, hace movimientos de boca que sugieren gritos, y tiene violentas contracciones en su cuerpo con intentos de fuga, un dolor incalculable, como también nos lo señala la Dra.
López Barahona -bioquímica y consultora de Bioética de la ONU- que nos afirma que el niño de 9 semanas de gestación ya tiene receptores para el dolor.
Pido al Gobierno estatal y al catalán que den pasos para la derogación de la ley de aborto y la creación de un plan integral de apoyo a la mujer embarazada, con medidas que faciliten la responsabilidad y la maternidad.
Gemma Ros Valls