Sr. Director:

En relación al budismo, me permito enviar un fragmento de la Carta Pastoral llamada también Instrucción Pastoral sobre el "New Age" del Cardenal de México, Norberto Rivera.

Otro fenómeno especialmente desconcertante para los fieles católicos es el inexplicable entusiasmo con el que ciertos sacerdotes, religiosas y personas dedicadas a la enseñanza de la fe han abrazado las técnicas de meditación no-cristiana. Frecuentemente importadas del oriente, formas de ascetismo históricamente muy alejadas de la espiritualidad cristiana se practican en retiros, ejercicios espirituales, talleres, celebraciones litúrgicas y cursos de catequesis para niños.

Estas prácticas han nacido indiscutiblemente como disciplinas espirituales o actos religiosos en el seno de religiones tradicionales (como en el caso del zen el tai chi, y las múltiples modalidades del yoga) o en sectas o nuevos movimientos religiosos (como en el caso de la meditación trascendental y la meditación dinámica). A veces se intenta "cristianizar" las formas, como sucedió, por ejemplo, con el centering prayer y el focusing, pero el resultado es siempre una forma híbrida que exhibe poco fundamento evangélico.

Por más que se insista en su valor exclusivo de métodos, sin contenidos contrarios al cristianismo, las técnicas en sí no dejan de representar serios inconvenientes para el cristiano: En su contexto propio, las posturas y los ejercicios vienen determinados por su específico fin religioso: son, en sí, pasos que orientan al practicante hacia un absoluto impersonal. Aun cuando se realicen en ambiente cristiano, el sentido intrínseco de los gestos permanece intacto. Las formas de meditación no-cristiana son, en realidad, prácticas de concentración profunda y no de oración. A través de los ejercicios de relajamiento y la repetición de una mantra (palabra sagrada) se procura sumirse en la profundidad del propio yo en búsqueda del absoluto anónimo.

La meditación cristiana es esencialmente diferente en cuanto a apertura y relación con Alguien que nos interpreta en un diálogo personal y amoroso. Estas técnicas normalmente requieren que el practicante apague su mundo sentimental, imaginativo y racional para perderse en el silencio de la nada. A veces se pretende un estado alterado de conciencia que priva temporalmente al sujeto del uso pleno de su libertad. La oración cristiana, al contrario, exige la participación de toda la persona de manera activa, consciente y voluntaria.

La oración de Jesucristo en Getsemaní (cf. Lc 22: 39-44) es un ejemplo del papel tan fundamental que tienen las emociones y la propia problemática existencial en la oración. La meditación cristiana, lejos de ser una fuga de la realidad, nos enseña a encontrar su sentido pleno. En el fondo, una oración que prescinde de la Palabra de Dios y de la vida y el ejemplo de Jesucristo, una oración que no es diálogo con el Amado y compromiso en la caridad tiene poco lugar en la vida de un cristiano. A propósito de estas observaciones y otras que se deben hacer en torno al tema de la meditación no-cristiana, es muy recomendable una lectura detenida de la carta de la Congregación para la Doctrina de la Fe: Algunas orientaciones sobre la meditación cristiana (18 de octubre de 1988).

Por último, hay que resaltar el hecho de que los promotores de la espiritualidad del "New Age" suelen afirmar su absoluta compatibilidad con la doctrina y la fe de los católicos. Eso podría ser en algún caso por ignorancia o por superficialidad. Pero en general, por lo menos en México, probablemente nace de un estudio de mercado: siendo el pueblo mexicano mayoritariamente católico se procura no herir la sensibilidad religiosa de los clientes potenciales.

No es raro que organizaciones como la Gran Fraternidad Universal y programas como el Control Mental Silva, por nombrar algunos, se revistan de un vocabulario muy "cristiano" y presenten sus contenidos como el complemento ideal del catolicismo, y que, sin embargo, lleven a sus adeptos hacia el panteísmo y la negación de la esencia del cristianismo. En su libro, Cruzando el umbral de la esperanza, el Papa Juan Pablo II dice: "No debemos engañarnos pensando que ese movimiento (el "New Age") pueda llevar a una renovación de la religión. Es solamente un nuevo modo de practicar la gnosis, es decir, esa postura del espíritu que, en nombre de un profundo conocimiento de Dios, acaba por tergiversar.

Su Palabra sustituyéndola por palabras que son solamente humanas. La gnosis no ha desaparecido nunca del ámbito del cristianismo, sino que ha convivido siempre con él, a veces bajo la forma de corrientes filosóficas, a menudo con modalidades religiosas o para religiosas, con una decidida aunque a veces no declarada divergencia con lo que es esencialmente cristiano".La carta completa.

Marcela Tamayo

marce_tam@yahoo.com