Muchos juguetes constituyen un peligro para la salud, excitan la violencia, bloquean a los críos y se tornan inactivos y caprichosos, los relacionan con héroes que suscitan malos hábitos alimenticios, empujan al sexismo, el consumismo y estilos de vida malvados. Todo esto hay que meditarlo antes de adquirir juguetes para los hijos.
Se debe evitar la compra de juguetes tóxicos, no se deben adquirir productos fabricados con plástico que los pequeños puedan llevarse a las tragaderas, ya que se utilizan néctares peligrosos que se despegan y son cancerígenos. También se deben eludir los juguetes que incluyan partes pequeñas desprendibles y que pueden ser engullidas por los críos y causar su muerte, por asfixia.
Por el contrario, se deben adquirir juguetes educativos e inteligentes, ya que se ha comprobado que los artefactos que ayudan el avance intelectual de los chiquillos son de un gran provecho para los más pequeños.
Ante todo lo expuesto es conveniente, antes de comprar un juguete preguntarse: ¿Es seguro? ¿Ayuda a mi hijo a interactuar positivamente con los demás? ¿Promueve la armonía o la violencia? ¿Le permite desarrollar su creatividad o la limita? ¿Le da elementos para desarrollar su intelecto?
Por último, en los últimos años están proliferando en el mercado internacional una serie de vehículos destinados a los niños que funcionan con motores eléctricos y gasolina, que se venden como juguetes y no lo son. Se fabrican, principalmente, en China. Son de baja calidad y muy peligrosos. Son recomendados para chavales de más de ocho años. En realidad podrían ser juguetes asesinos. En algunos países se está legislando para tomar la decisión de prohibirlos.
Clemente Ferrer
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