Sr. Director:
A diferencia de los enanitos de Blancanieves, cuando salgo del trabajo no voy "a casa a descansar". Cuando llego a mi casa, no sólo pinto habitaciones, cambio bombillas y cuelgo cuadros; también preparo y doy comidas y cenas, quito cacas, juego con mis hijos, friego platos y, si se tercia, plancho una camisa o un pantalón. Tanto mi mujer como yo, trabajamos fuera y dentro de casa. Pero me dan grima las campañas oficiales sobre la igualdad de sexos, y, más concretamente, esa obsesión contra los juguetes denominados sexistas.
No sé a qué viene ese empeño en que mi hijo pida a los Reyes una muñeca o una escoba, cuando, desde mucho antes de empezar a hablar, lo que le gustan son los coches y las motos. Una cosa es que hombre y mujer tengan la misma dignidad e iguales derechos y otra muy distinta que seamos iguales. En cuanto a esto último, y hablo por experiencia, "como un huevo a una castaña".
Jaime Alonso