Sr. Director:
Tras casi un año de lectura diaria de su periódico, no puedo por menos que dirigirme a usted Y su equipo para expresar mi gratitud. Gratitud por haber despertado la fe y el sentido de trascendencia de la vida, por ayudarme en el discernimiento de la realidad que nos rodea, sabiendo analizar y valorar los acontecimientos, y, sobre todo, por afianzarme en mis valores cristianos, que quizás por vergüenza, miedo o no querer molestar a nadie estaban reducidos a un ámbito más privado.
Ahora no tengo complejo alguno en defender y con argumentos aquello en lo que creo y sirve de motor a mi vida, la fe en Cristo. Ahora sin complejos, debato, hablo y argumento en las tertulias de trabajo, familiares, de amigos, los verdaderos problemas de nuestra sociedad, animando a todo el mundo a que no tengan rubor o miedo a argumentar en su entorno cualquiera de los temas de actualidad. Nos sorprenderíamos de los resultados. En general, la gente no tenemos argumentos en los que fundamentamos nuestras creencias, y como cristiano tenemos la obligación moral de ayudar a la gente a discernir, luego, con libertad, que cada uno elija.
Por otro lado, quisiera enviar mi reflexión sobre la situación social en la que vivimos, y comparto plenamente la opinión del Director, sobre
Algunas de las situaciones que recientemente hemos vivido y que me producen gran repulsa son:
- Película de Almodóvar, donde con una clara intención difamatoria, intenta lacerar y menoscabar con una clara intención abyecta toda credibilidad en
- Promoción y divulgación de comportamientos de gente "famosa" claramente poco edificantes, en programas que cultivan todo lo peor, mal gusto, mala educación, etc.
- La creencia de la vicepresidenta del Gobierno señalando que en la educación no debe haber creencia alguna. Supongo que las suyas si. Creo importante señalar que el laicismo no es sino la creencia de que no debe existir más creencia que la no creencia. El laicismo es en sí mismo una creencia y nos la quieren imponer.
- La obra de teatro del Círculo de Bellas Artes, sin comentarios.
- La promoción continua de la homosexualidad, en la que ya casi es admitido como tercer sexo, y lo peor de todo nos quieren hacer reconocer al resto el matrimonio de homosexuales como algo normal. Merecen nuestro cariño, pero no nuestra promoción.
- La adopción de niños por partes de gays y lesbianas.
- Las claras mofas de los valores religiosos de los católicos en series de televisión.
- Las claras agresiones a los conciertos educativos y al propio sistema educativo.
- La experimentación con embriones.
- La eutanasia.
Quisiera llamar la atención el momento en el que vivimos de una carrera desenfrenada hacia la exaltación de las "mal llamadas libertades individuales". Ahora puedes abortar sin problema alguno social y de conciencia, puedes drogarte, puedes elegir ser hetero, homo o bisexual, o lo que te de le gana..., puedes hacer lo que quieras con tal que no agredas a alguien que se pueda defender. Recordemos que los embriones no pueden defenderse. En definitiva, vale todo y la sociedad no hace, o no quiere hacer nada, pues en seguida salen los políticamente correctos argumentando que se están coartando sus libertades.
Pero toda la argumentación anterior es errónea, ya que consideran a la persona como ser individual en el que su comportamiento personal no tiene trascendencia en el resto. Y no es así, el hombre es un ser social y no vive aislado, todo lo que hace siente o dice influye en él y en los que le rodean. Así una persona que aborta, además del daño que se infiere a sí mismo, al niño que tiene en su ser, nos lo infringe a los demás, me está privando de mi futuro médico, profesor, funcionario, periodista, de un ser más con el que un día me voy a cruzar y poder compartir, y quien sabe, el bien que un día podría hacernos; una persona que se droga me está mostrando sus miserias sus impotencias, sus miedos, me priva de su alegría a parte de hacer mal su trabajo, si lo hace. Una persona que se emborracha me priva de su bien hacer por la vida.
Por lo tanto, no vale todo, y no por ser actos meramente individuales dejan de ser claramente reprobables, y una sociedad se debe de alguna manera proteger de estos comportamientos, que claramente deterioran la relación entre nosotros, ya que cuando uno comete cualquiera de los actos anteriores, esconde un profundo egoísmo que nos privan a los demás del goce de un ser humano alegre y feliz. En definitiva, evitar todas las continuas invitaciones a comportamientos claramente egoístas (aborto, drogas, libertinaje en comportamientos sexuales) no es sino una muestra más de una falta de solidaridad, tan proclamada hoy en día.
Por lo tanto, reitero mi agradecimiento por la labor que hacen y mi invitación a que sin miedo, nosotros, los que nos llamamos cristianos, defendamos en nuestros ámbitos aquello en lo que creemos y lo argumentemos. Seguro que alguien, algún día, nos lo agradecerá.
Luis García
luis.garcia@oepm.es