Antes de la legitimación de la eutanasia, Luxemburgo podía haber analizado lo sucedido en Holanda, donde la acciones eutanásicas para mayores dolientes terminales, se ha desplegado a los pequeños en el vientre de sus madres.
La experiencia en Estados Unidos, donde en el territorio de Oregón se admitió la muerte asistida en 1994, está originando una gran zozobra. Rita Marker, presidenta del International Task Force on Eutanasia and Assisted Suicide, examinaba la situación en una crónica divulgada a través de la página web InsideCatholic.com. Marker reprochaba a la ley de Oregón el tolerar que un médico asista al suicidio de un quebrado mental o a un enfermo deprimido.«Las leyes contra el asesinato, contra el matar a alguien, son algo vital para la protección de los más vulnerables de la sociedad», comentaba a la BBC But Andrea Williams, de la organización Care Not Killin.
Benedicto XVI habló de la necesidad de considerar el valor de la existencia humana ante los empeños de legalizar la eutanasia asistida. «Aunque es verdad que la vida humana, en cada una de sus fases, es digna del máximo respeto, en ciertos aspectos lo es más aún cuando está marcada por la ancianidad y la enfermedad», exponía a los asistentes al Congreso Internacional en Defensa de la Vida, coordinado por el Pontificio Consejo para la Pastoral de la Salud.
Clemente Ferrer Roselló
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