Decíamos anteayer en Hispanidad, que el relativismo está siendo superado: su reinado se acaba porque la inconsistencia se paga. Ahora comienza la era de la blasfemia contra el Espíritu Santo donde, como define de forma genial Benedicto XVI, el mal se disfraza de bien.

Es decir, pasamos del anda es ver ni mentira –un absurdo manifiesto que lleva imperando desde hace 40 años- a decidir que el mal es el bien y el bien es el mal. Los del Mayo del 68 luchaban contra cualquier tipo de moral, es decir, contra la moral cristiana; el discurso cultural dominante en 2012 trata de imponer una nueva moral, la suya, que resulta bastante inmoral.

El Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales ha sido otorgado a la norteamericana Martha Nussbaum (en la imagen). Dejando a un lado su feminismo, tan bobalicón como todo feminismo, la galardonada pretende superar el relativismo, pues afirma haberse dado cuenta de que no conduce a nada. Ya se sabe que la verdad o es absoluta o no es verdad, y que el bien, o es objetivo o no es bien. Podríamos añadir: la realidad, o existe o no es realidad.

Ahora bien, intentar superar el relativismo no es más para que te den el Noble, Cualquier persona con sentido común sabe que el relativismo es una inconsistencia que sólo conduce a la locura. Y la única forma de zafarse de la demencia es aferrarse a algo, lo que sea, aunque sea la tontuna feminista, en lo que creer.