Ocurrió dos años atrás: en una asamblea sobre población desarrollada en la sede central de Naciones Unidas, en Nueva York. Un delegado de Honduras se negó a aceptar la sarta de eufemismos con los que se quería forzar a todo el mundo a aceptar el aborto y la esterilización como derechos de la mujer.

Se encontraba acompañado de su esposa. En un descuido, donde hombres, que su esposa tildó de norteamericanos, la secuestraron y se la llevaron a una habitación oscura: allí le aconsejaron que advirtiera a su marido de que, si persistía en su actitud, su país dejaría de recibir ayudas al desarrollo.

Es la misma tónica, pelín repugnante que la que acabo de leer en una noticia publicada en la Página Periodistas, donde lo único que lamento es que el redactor abra un paréntesis y se pregunte: ¿Pero es que nos hemos vuelto todos idiotas?.

Hace tiempo que el Nuevo Orden Mundial (NOM) y el mercado de la muerte se ha convertido en una especie de mafia, que ya no exige el aborto libre y gratuito sino el aborto obligatorio, pero el asunto está alcanzando tintes patéticos. Ejemplo, durante la última reunión de la Comisión sobre Población y Desarrollo se levantó una brasileña, Gladis, naturalmente onegera, que aprovechó la excelencia del foro para plasmar una filosofía profunda, vanguardista, con las siguientes ideas-fuerza:

1. La Virgen María es la primera abortista, esto es. Pro-choice, dado que pudo elegir entre tener al niño Jesús no tenerlo. Al parecer, para la amiga Gladis, no tener un hijo o cargárselo es algo muy similar, porque ambas posturas son pro-choice... si ustedes me entienden.

2. En Iberoamérica el pueblo va por un lado y la jerarquía eclesiástica por el otro, por lo que está claro que el Vaticano debe salir de la ONU.

3. El Papa es un criminal porque al decir que no es bueno ponerse el condón está condenado a muerte por sida a los que copulan sin goma (opción por cierto, aplaudida por otros asistentes al aquelarre). Gladis no propuso fusilar al Papa porque, por el momento, aunque por poco tiempo, ya lo verán, el NOM sólo se opone a la pena de muerte para los culpables, nunca para los inocentes.  

El mismo Aristóteles sufriría fatiga intelectual si intenta describir esta lógica que inspira en el centro neurálgico de la modernidad, en el edificio neoyorquino de Naciones Unidas.

Eulogio López

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