A Zapatero le interesa controlar la televisión -y lo hace, oiga usted- mientras el presidente de la Generalitat, su correligionario, Josep Montilla, quiere controlar empresas, especialmente las cajas de ahorros, sin despreciar a bancos -por ejemplo el Sabadell- e industrias.
El principal interés de Josep Montilla consistía en que Caixa y Caja Madrid no lograran llevar adelante su plan de repartirse Caixa Catalunya (oficinas catalanas para Caja Madrid y exteriores para Caixa), además de no perder ni una sola de sus 10 cajas de ahorros. Tras el acuerdo entre Caja Navarra y Caja Canarias, la cosa no está para fusiones inter-regionales.
Pero Montilla tiene otro enemigo: el ex vicepresidente del Gobierno Narcís Serra. Cuando la fusión iba a ser entre las tres cajas de ahorros de origen público (Gerona, Tarragona y Catalunya), Serra exigió tanto poder que Montilla le arrebató Caixa Girona, ahora en proceso de fusión con tres privadas: Tarrasa, Sabadell, Manlleu.
Ahora Serra ha tenido más suerte con Manresa (la anterior caja del director general de Catalunya, Adolf Todó) y con Tarragona. Eso sí, está, donde influye mucho CIU ha exigido que se supiera la marca Catalunya, porque, tras la crisis, la considera quemada. Por tanto, se abre un concurso para conseguirle un nombre a la nueva caja.
En Cataluña se trabaja a toda prisa para que los consejeros de las tres partes contratantes se reúnan el jueves 8 ó el vienes 9 y certifiquen la fusión que ya cuenta con todos los parabienes.
De ahí saldrá la cuarta caja de ahorros de España por activos, con un balance de 81.000 millones de euros. El primer ejecutivo, Adolf Todó, que reflotó Manresa y ahora está haciendo lo propio con Catalunya. Y Serra, dos años, ojo, como máximo, al frente de una Presidencia no ejecutiva.
Algunos piensan que es imposible un Serra presidente que no ejecute, pero los que piensan eso no son buena gente.
Eulogio López
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