La mutilación genital femenina, la ancestral ablación, es una práctica cultural que, cada año, viola los derechos humanos de más de 3 millones de niñas.

Este lunes, 6 de febrero, se conmemora el Día Internacional contra la Mutilación Genital Femenina. Diversas organizaciones pugnan por sensibilizar al mundo acerca de la necesidad de combatir esta terrible práctica que ha torturado unos 140 millones de adolescentes en unos 28 países del universo, según la Organización Mundial de la Salud.

Sin embargo, sólo en 14 de los 28 países donde se realiza esta práctica, se ha prohibido por ley esta práctica. Es un paso importante para cambiar la mentalidad de todo el orbe: "Si algo es legal pierdes la batalla. El Gobierno tiene que poner un estándar para toda la comunidad; tiene que decir que es algo inaceptable, aunque una ley no sea suficiente".

La mutilación genital femenina abarca todos los modos que entrañan la eliminación, total o parcial, de los genitales femeninos externos.

Esta práctica se mantiene por la percepción social, ya que todavía se piensa que, si las chiquillas renuncian a la ablación, tanto ellas como sus familias se exponen a soportar la vergüenza de la exclusión social, al tiempo que verán disminuidas las perspectivas de contraer matrimonio.

Por otro lado, Mujeres para el Diálogo y la Educación, alertan sobre el aumento del riesgo, en un 43%, de que las niñas menores de 14 años sufran mutilación genital en nuestro país. Se trata de niñas oriundas de Nigeria, Senegal, Gambia, Guinea, Mauritania, Ghana y Camerún.

En la lucha contra la mutilación genital femenina participan las activistas Agnes Pareyio, Honorata Nasuwa y Efua Dorkenoo, de Kenia, Tanzania y Ghana, respectivamente.

Efua Dorkenoo (en la imagen) es una de las pioneras en la lucha contra la ablación. Fue la primera en subirse al estrado de la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas y gritar al mundo entero que la mutilación genital no era una cosa de mujeres africanas, sino un ataque directo a los derechos humanos.

La ONG 'Equality Now' tiene en Kenia un refugio para las niñas que desean escapar a la salvaje mutilación genital.

Los problemas en el parto que en ocasiones llevan a la muerte de la madre, las infecciones de orina y los traumas psicológicos, son algunas de las secuelas de la ablación, que ataca directamente a los derechos humanos de la mujer.

Clemente Ferrer

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