No me extraña, yo también me dormí mientras disertaba don Miguel. A ver si resulta que yo también tranquilizo a los mercados.
Comparecían en la Universidad de verano Menéndez Pelayo los tres ex ministros de Economía socialistas Miguel Boyer, Pedro Solbes y Carlos Solchaga, éste último sin duda el más brillante, por no pedante, de los tres.
Solchaga, a quien Felipe González desea ver otra vez de ministro de Economía, habló de la reforma laboral. Y no, no le gusta, al menos en principio, el papel que el Gobierno Zapatero ha filtrado y que ya ha provocado el anuncio de una huelga general.
Veamos por qué no le gusta:
El documento del Gobierno no simplifica los sistemas de contratación. No sólo eso, se anuncian nuevas contrataciones: en lugar de simplificar se complica la cosa. Mal empezamos. El sentido común apunta hacia un único contrato, por supuesto, indefinido.
En segundo lugar, no se sabe cuál será la reducción de la indemnización por despido pero Solchaga recuerda que incluso se habla de que el Estado ayude a pagar la indemnización o de que bien se haga mediante un seguro. Ahora bien, ¿quién pagará ese seguro?, se pregunta Solchaga. Pues los empresarios. No, tampoco le parece una buena idea. Así no se abarata nada el despido.
Insiste el ex ministro en que el documento no descentraliza los convenios. En otras palabras, que las condiciones salariales deberían ser pactadas en el seno de cada empresa, no por una serie de líderes sindicales y patronales para miles de asalariados.
Hasta ahí una argumentación impecable por parte del impecable Solchaga. Sólo le faltó una aportación: solicitar que se aproveche la reforma laboral para elevar el salario mínimo, lo que serviría para subir toda la escala salarial, en un país de salarios bajos, como es España.
Sólo una pregunta: ¿por qué iban a firmar los sindicatos una norma que promueve sacrificios a los obreros sin ofrecerles nada a cambio? No me extraña que muchos obreros apoyen la huelga. A ver: recordemos la ecuación de una buena reforma laboral: Despido libre, salarios dignos, sólo un contrato, el indefinido, reducción de impuestos laborales, cuotas por IVA. ¡Eso sí que sería una reforma laboral!
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com