Se deja querer aunque no dará una respuesta definitiva hasta que Rajoy se estrelle en las gallegas y en las europeas.
La próxima semana será nombrado doctor honoris causa por la Rey Juan Carlos de Madrid (ya saben, la Carlos III es filial del PSOE, la Juan Carlos I se sitúa próxima al PP. Y es que Rodrigo Rato ha vuelto a salir a la calle, se le puede ver en cualquier sarao y no rechaza una conferencia. La verdad es que su success fee o comisión de éxito, en Lazard -la que podía alcanzar los 3 millones- no marca como debía y no parece que el director del FMI vaya a nadar en la abundancia con un sector absolutamente parado.
En el Partido Popular son muchos, salvo sus enemigos. Como Rajoy o Gallardón quienes piensan que es la única esperanza que le queda al partido para volver al poder tras la desastrosa gestión del desprestigiado Rajoy. Bueno, Aznar piensa que la única esperanza es él, pero parece que su tiempo ya pasó. Además, queda la dificultad de que Rato no es diputado, y las cámaras de TV están en el Congreso.
Sin embargo, lo más significativo es que, ante los ruegos de Esperanza Aguirre, cuyo esquema sigue siendo el mismo desde el Congreso de junio (Rato presidente del PP, ella secretaria general), esta vez Rato, por primera vez, no ha dicho que no. Quiere esperar hasta las elecciones vascas y gallegas y, sobre todo, hasta las europeas. Para entonces, supone, como casi todo el mundo en el PP, que el desprestigio de Rajoy le llevará a la dimisión. Y no tienen por qué haber mejorado las expectativas de Ruiz Gallardón, su principal adversario, que anda rabioso por liquidar a Aguirre antes de que entre Rato.