Es un esquema totalmente distinto. Mapfre se marcha de la Bolsa porque no le gustan los mercados financieros aunque se supone que vive de ellos y en ellos. Las compañías de seguros son las principales inversoras del mundo porque rebosan liquidez, y tienen que rentabilizar el dinero que depositan sus clientes con vistas al futuro. Mapfre, además, es hija de Ignacio Hernando de Larramendi (Madrid, 1921), uno de esos personajes irrepetibles, creativo y austero (la anécdota que le caracteriza es su empeño en viajar en tercera clase, cuando en los trenes españoles aún había "tercera clase").
Hernando de Larramendi odiaba los hoteles y restaurantes de lujo, así como las cenas de negocios y los "saraos" sociales. Lo que le gustaba era trabajar, así que creó la mejor compañía de seguros española, la más rentable y la más seria.
Al igual que ocurre con otras compañías, Mapfre desaparece de la Bolsa, porque cree que la bolsa sólo le aporta dolores de cabeza y especulación con sus títulos. Todo un síntoma. La gran empresa del futuro va a estar marcada por la ligereza de estructura (marca y franquicias) por su estrategia de producción, no financiera, y probablemente, por el abandono, al menos por parte de muchas de ellas, de su condición de sociedades anónimas.
Hoy en día, en todo Occidente (en España, Mapfre y El Corte Inglés constituyen dos buenos ejemplos) hay grandes empresas que se están convirtiendo en fundaciones, entre otras cosas para evitar los problemas de luchas internas por el poder entre los directivos, así como enfrentamientos sucesorios.
Al mismo tiempo, se valora la producción y comercialización muchos más que el Departamento financiero. El cambio es lento, pero la tendencia imparable.