La reforma que borró del Código Civil la especificidad del matrimonio no es inocua.
La desprotección jurídica de la especificidad del matrimonio como unión del hombre y la mujer es una injusticia, un craso error político y un ejercicio de ingeniería social al servicio de un proyecto ideológico que tendrá consecuencias educativas de futuro, como muy bien sabían sus impulsores.
Éstas son razones de peso para que la Iglesia católica, por boca de la CEE, se esfuerce más aún en testimoniar el valor del matrimonio en todos los ámbitos. Alrededor de este compromiso podrán unirse numerosas iniciativas de la sociedad civil de muy diversa matriz cultural, porque aunque esta cuestión se debata en los Tribunales de justicia, el verdadero reto se juega en el seno de una sociedad que no debería dar por cerrado un asunto en el que se juega tanto.
La voz de la Iglesia y con ella de muchos ciudadanos sirve de esta manera a una ciudadanía más viva, madura y consciente. Esta ley, en buena lid, debería ser derogada.
Pedro J. Piqueras Ibáñez