Los tres grandes acreedores españoles, Santander, Caixa y Caja Madrid, se ocultan detrás de los extranjeros porque le tienen miedo a Cebrián. De ahí, los 2.000 empleos que sobran en el grupo, un 15% de la plantilla y la necesidad de vender activos. PRISA está en quiebra pero está dispuesta a todo con tal de no presentar concurso de acreedores
Distingamos. El grupo PRISA-Sogecable está en quiebra, Si en lugar de ser un lobby de presión informativo, que la familia Polanco y el periodista Juan Luis Cebrián llevan explotando desde hace décadas, fuera una fábrica de galletas, ya habría presentado concurso de acreedores.
Debe más de 5.500 millones de dólares y sin activos tangibles que le respalden, aunque con el poder que otorga el periódico más vendido de España, la cadena de radio más escuchada y un grupo audiovisual en el que figura el monopolio de la TV de pago y un regalo de los gobiernos sucesivos de González, Aznar sí, también Aznar- y Zapatero. Eso da mucho de sí. Por ejemplo, hace temblar a los gobiernos y a la banca acreedora.
La precitada deuda se divide en dos partes: lo que venció en marzo, lo urgente, 1.900 millones de euros, producto de la OPA más tonta que registran los anales de la CNMV, producto de la soberbia enorme de sus directivos: la lanzada sobre su participada Sogecable para controlarla al 100 por 100. Ahora bien, aquí pincharon en hueso. Y es que los Polanco y Janli Cebrián pueden intimidar a la banca española pero no a los acreedores principales de los 1.900 que no de los 5.500. Y es que esos son el británico HSBC y el francés BNP, a los que la amenaza latente de los Polanco pilla demasiado lejos y les impresiona más bien poco.
Y aquí viene el error: Los adversarios periodísticos de PRISA, El Mundo-Expansión-Marca (hoy reconocidos como el grupo editorial favorito de Florentino Pérez) aseguran, y todo el mundo les hace eco, que esos dos bancos, más los tres cabezas de serie españoles (Santander-Banesto, Caixa y Caja Madrid) habían concedido a PRISA una prórroga, lo que se conoce como una refinanciación, equívoco término que muchas veces hay que traducir como condonación.
Pues bien, es una metedura de pata de Expansión: Lo cierto e que lo que HSBC y BNP con las entidades españolas detrás- han concedido a PRISA es una prórroga de un mes. Sí. Un mes y con la condición previa de que en ese periodo de tiempo presenten un plan de viabilidad para todo el Grupo. Oiga, ya ha pasado una semana. Luego vendrá el resto de la deuda, donde mandan los españoles, lo que abre lo que podríamos llamar el margen de maniobra de don Juan Luis. Pero los 1.900 es otra cosa.
Ese plan de viabilidad, que en teoría debería presentarse antes del 1 de mayo es la que se relaciona de forma directa con el plan de reducir plantilla en un 15%, de los 13.000 empleados actuales a 11.000, nada menos de 2.000 bajas. Y también se enmarca ahí la venta de Digital a Vivendi-Telefónica, por lo que Cebrián se empeña en conseguir 2.500 millones de euros, cuando todo el mundo sabe que no vale ni la mitad y que el activo se devalúa día a día. ¿Por qué entonces, no hay prisa por venderlo? Sí que la hay, pero ahora mismo ningún accionista de Telefónica ni de Vivendi aceptaría ese precio. En cualquier caso, y aunque el activo, insito, se deteriora por momento, por impagos, bajas de abonados, además de la piratería, en PRISA intentan solventar el reto de HSBC y dejar la carta de Digital para la segunda parte del encuentro: la renegociación sobre el global de la deuda.
En cualquier caso, un mes, no un año, y con un plan de viabilidad. Entonces sí que podrá llegar la refinanciación que, aunque algunos parezcan olvidarlo, suele suponer un extra de intereses, por más que la amortización se adecue a un entorno de tipos a la baja.
Resumiendo, PRISA está en quiebra, pero utiliza todo su poder para evitar el concurso de acreedores. Eso sí, con el HSBC y la BNP, sobre todo con el primero, han pinchado en hueso. No les asustan ni las presiones de Cebrián ni las del Gobierno de la nación. Ojo, he dicho del Gobierno, no del presidente Zapatero, que juega a medios públicos y a su medio privado favorito, La Sexta-Mediapro-Público, otro grupo con una deuda gigantesca, por encima de los 2.000 millones de euros, que le obligaría a presentar concurso de acreedores si fuera una fábrica de galletas. Pero ni la PRISA de Cebrián ni el Mediapro de Jaume Roures son fábricas de galletas: son fábricas de propaganda. Eso sí, propaganda de alta calidad.
Eulogio López
eulogio@hispaniaid.com